He aquí, entre muchas otras, una pardoja del fanatismo: Si tu felicidad depende de un equipo de fútbol, depende de algo que no depende en absoluto de lo que puedas hacer. Así que, en el fondo, es una cuestión sumamente irracional, ni siquiera una elección. A mí, en lugar del fútbol, me tocó ser fan de la indiferencia competitiva. Es el destino. O el desatino... No leí bien la galleta de la fortuna.

De ningún modo las siguientes palabras significan que la realidad sea así. Son sólo un modo de hablar de la realidad. Y, como sé que muchos entenderán mal, literal o incompletamente, estos pensamientos escritos, y que otros los usarán para contradecirme o ridiculizar las ideas a las que refieren, me apresuro a rogarles que, en todo caso, citen únicamente esta frase: Me arrepiento de todo lo que dije.

A veces, saber más nos hace sacar peores conclusiones. Por ejemplo, algunass de las cosas que leerás a continuación podrían hacer que compres muchos gatos para ser más audaz, que te alimentes con naranjas para tener visión nocturna y que, cuando veas a un hombre de traje y corbata, llames a una ambulancia. Por eso hay que analizar la ciencia. Sólo los necios creen que saber habilita para dejar de pensar...

Hay verdades de la razón y verdades de la experiencia, es decir: verdades a priori y a posteriori, ideas y hechos. Sólo cuando estos dos aspectos de algo coinciden plenamente se puede empezar a hablar de conocimiento científico. Lo sagrado en la ciencia no es ella misma sino la alineación de estas dos verdades; todo lo demás puede —y debe si es necesario— cambiar: sus métodos, sus ideas fundamentales, su lenguaje...

La ciencia es el ejercicio del derecho a tomar decisiones. Es el primero de los pecados, diría Nietzsche. No hace falta usar telescopios ni tubos de ensayo ni lograr cambiar más de un metro cuadrado de mundo: se hace ciencia al desafiar el status quo: al probar otro color de ropa, al experimentar con los ingredientes de la comida, al usar otras palabras para decir lo mismo, al usar las mismas palabras para decir otra cosa...

Todo el mundo sabe que "ciencia" significa "conocimiento". Y, aún así, hay gente que está en contra de lo científico, como si fuera sinónimo de "detonar bombas atómicas" o "crear híbridos de monos y computadoras". Un momento.... Bueno, también es eso, pero la bomba atómica es más bien un subproducto de la ciencia, igual que Facebook, extrañas aplicaciones del conocimiento de una especie autodestructiva.

Los oráculos tienen absolutamente prohibido, para evitar la evidencia del fracaso si se equivocan de verdad, ser claros y directos, por lo que suelen elegir respuestas ambiguas o completamente incompresibles. Pero este oráculo en particular tiene algunas fallas y cada tanto dice las cosas como son, porque tiene certeza de que hasta equivocándose diría una verdad. Aquí rescataré algunas de sus respuestas...

Ser human es raro. No porque estemos llenos de tubos microscópicos que transportan cosas, o porque nos juntamos con otros humanos llenos de tubos, ni porque aprendemos a decodificar símbolos en una pantalla para compartir ideas (que también son símbolos de otra realidad), o porque inventamos cosas para que de noche haya más luz que de día. Nada de eso. Lo raro es que sepamos todas esas cosas...

No sé si porque febrero es un mes pequeño, incluso cuando amaga a alcanzar el segundo puesto cada cuatro años, pero este fue un mes de pequeños pasos para la ciencia. Y, como cualquiera que haya mirado televisión el 21 de julio de 1969 sabe, de pequeños pasos se componen los grandes saltos. También se aplica para los saltos al abismo: un pequeño vaso de agua derramada hoy, será una catarata desperdiciada mañana.

La evolución se parece mucho a las layes humanas. Cada vez que un organismo patenta en la naturaleza algo para sobrevivir, otro usa el argumento a su favor para competir. Como cuando se inventó el camuflaje militar, y luego las cámaras de infrarrojos. O cuando los caballos desarrollaron espinas en el lomo y luego vinieron los monos acorazados. Ah, eso no pasó aún. Olvídalo por unos años. PD: ¡No vengo del futuro!

El año probablemente fue uno de los primeros impulsores de la ciencia. Alguien notó cambios en el clima o en la posición de Sol, contó los días, encontró un patrón e hizo una predicción: cada 365 días, todo se repite. Debe haber sido un hallazgo asombroso. Pasaron innumerables de esos ciclos hasta que otro entendió que la Tierra giraba al rededor del Sol. Después uno más descubrió que, según el observador, el año dura un segundo o una eternidad...

En esta entrega del Manual del Villano, veremos 10 formas de aniquilación global que están al alcance de la mano. La ciencia ha avanzado tanto últimamente, que ya no sólo es posible predecir los siniestros efectos de la destrucción total, si no que ayuda a concretarlos. He aquí, mi estimado odiador del mundo, 10 formas prácticas y económicas para que destruyas el planeta.

Hay quienes creen poder dar lecciones de vida, y olvidan que sólo la vida de cada uno puede hacerlo. La ciencia es una especie vida intelectual colectiva, y no escapa a esa limitación de la experiencia: si no se pone en práctica en carne propia, es sólo anécdota. Así que, como ejercicio, te propongo elegir una de las siguientes noticias e intentar experimentarla, más allá de la comprensión o la simpatía: simplemente recorrer su camino...

Se cree que un tercio de las personas son introvertidas, aunque no se tiene certeza científica de ello porque, cuando se les pregunta si lo son, una de cada tres no responde. Hacer ciencia es difícil y paradójico. Por eso, así como los magos son quienes menos creen en la magia, los científicos son los más cautelosos a la hora de sacar conclusiones. Y, cuando las sacan mal, vengo yo.

Si miramos lo suficientemente lejos, veremos planetas donde la vida ya se extinguió. Una galaxia ubicada a 3 mil millones de años luz tuvo 3 mil millones de años para destruir la vida que creó. Es tiempo suficiente. El caso es que seguramente hay civilizaciones extintas allá afuera. Y, sin dudas, vistos desde desde algún otro lejano planeta, somos nosotros los que ya se han extinguido.

Desde esta pantalla hasta tus ojos, la luz no viaja por el aire. Viaja por el espacio. Hay tanto vacío entre las moléculas del aire como entre las estrellas. El espacio es infinito: infinitamente grande, infinitamente pequeño. Si ese vacío no te quita el sueño, como verás más abajo, la luz lo hará. Por suerte, tenemos lentes de ciencia para evitar la ceguera...

Otra vez traigo algunos descubrimientos del pasado mes que pasan a ser parte de la historia, aunque cabe aclarar, sobre todo tras la selección, que una cosa no equivale a la otra: confundir la historia con el pasado es como creer que Messi es el fútbol o que la patria es el territorio. La historia es la conjunción entre lo que podemos y lo que queremos ver...

Siempre hay más de una forma de ver lo mismo. Por ejemplo: técnicamente, las ametralladoras son antibióticos. Pero no es la mejor interpretación, y, cuanto más errores conoce uno, mejor puede interpretar la realidad. Así que aprendamos de los errores. Quizá no sea tarde, mientras nuestros cerebros se recablean para que lo más parecido más parecido al color del cielo que distinguen sea el "azul Facebook".

Dios no puede jugar a los dados porque ganaría siempre. La omnisciencia y el azar no son compatibles. O tal vez sí juega, pero con dados esféricos, de infinitas caras con infinitos números infinitamente diminutos –¡como partículas cuánticas!–, en cuyo caso la viciosa deidad no tendría control alguno sobre el juego... y la casa ganaría siempre.

Para seguir poniéndonos al tanto, propongo un breve recorrido por las teorías más extrañas y descabelladas (y aún así las más aceptadas por la ciencia actual) de los últimos tiempos. Mis explicaciones van a dejar de lado toda ecuación y tecnicismo para tratar de facilitar un poco de ese conocimiento gigantesco que la ciencia tiene sobre sus hombros; pero, a pesar de ello...