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Gestalt: Principio de continuidad

Completamos lo que aparece discontinuo con la figura mental más simple posible.
Completamos lo que aparece discontinuo con la figura mental más simple posible, y eso es útil; pero podría darse que veamos a un hombre con un maletín entrar a un edificio gubernamental, lo veamos salir con el mismo maletín y creamos que nada ha cambiado... y si dejásemos intacta la percepción de continuidad de esa viñeta, jamás nos enteraríamos de cuál parte del país ha vendido el hombre...

Principio de continuidad

Según el principio de continuidad, conectamos los puntos de una figura interrumpida con la transición más suave posible; el ojo de la mente completa por su cuenta lo invisible, y de la forma más directa y sencilla, incluso si son elementos pertenecientes a diferentes cosas. Es otra forma de agrupación, y su manifestación más común es cuando ocurre una superposición de dos objetos y uno eclipsa parcialmente al otro, o cuando sus bordes se tocan diluyendo los límites de ambos. También se conoce este principio como "de buena continuación", aunque hay una buena razón por la que prefiero el otro nombre...

Tendemos a interpretar líneas rectas o curvas suaves en lugar de ángulos y rizos cerrados. Esto puede ser un problema cuando el mecanismo se traslada a otros ámbitos fuera de la óptica. En lo epistemológico, que es la superposición de la verdad con la creencia –o del objeto con el sujeto (y en este último sentido podría decirse que la percepción y el conocimiento son lo mismo)–, el pensamiento es más fino cuanto mejor contempla los cambios en la continuidad de las cosas. Un largo paréntesis en el discurso, por ejemplo, podría ser tan distractor como necesario para la completitud de la idea, interrupción tanto como puente.

Cuando dos pensamientos se cruzan, ocurre lo mismo que con las líneas de la ilustración anterior. Este es el mecanismo que utilizamos (¿o nos utilizó?) al mirar el cubo de Procusto. El problema de este principio de la percepción es que puede tanto subestimar la escena y simplificarla demasiado como dramatizarla y sobreactuarla, forzando la simplicidad allí donde hay algo más simple: nada. Los cubos de Procusto nos mostraron ambos extremos: en el primero, configuramos una idea mucho más compleja que la real; en el segundo, obviamos una gran cantidad de posibilidades a favor de una rápida interpretación. En ambos, evadimos el conocimiento.

Evasión del conocimiento

En esta ilustración los dos cubos inferiores representan la realidad, pero también pueden darse los casos contrarios y resultar que lo exagerado y lo simple eran lo real. El segundo de éstos es el predilecto de los paranoicos, que, esperando siempre lo peor, trenzan conspiraciones para rellenar los insoportables vacíos de la percepción ajustando como Procusto el mundo a sus expectativas. El primero es, en cambio, el exceso de literalidad (siendo lo literal opuesto a lo figurativo) propio de los inocentes, quienes ni siquiera intentan completar la figura porque no saben que lo es, carecen de interpretación simbólica (y, por regla general, no entienden este blog).

En cualquier caso, lo más común es la malinterpretación y su causa es la misma: se traga sin masticar, dejando que el estómago digiera lo que entra por la boca; se cede de inmediato a la tentación urgente de cerrar, de creer haber comprendido; no se tiene en cuenta la realidad en la interpretación, no se buscan nuevos datos fiables, no se observa el contexto. Este principio origina tanto la Ceguera al cambio como la Ceguera de elección. Esto es evadir el conocimiento, ya que son dichas situaciones las únicas promotoras de su búsqueda; de otro modo, lo que queda es la experiencia (con suerte, porque lamentablemente no siempre uno se entera de las consecuencias de no haber leído la letra pequeña del contrato de la percepción), generalmente inerte, sin interpretación: completando la figura eclipsada de un modo erróneo.

*ERROR*

En este caso ilustrado, el mismo principio puede llamarse "de mala continuación". Y es que actúa y se manifiesta en varias diferentes intensidades: puede ser algo tan simple como anular un parpadeo o un vehículo que irrumpe momentáneamente en la visión del paisaje, o puede sostenerse en el tiempo y darnos la noción de que alguien es la misma persona (la misma cosa) que hace diez años; la perspectiva temporal aparentemente lineal desde la cual percibimos la realidad puede incluso crear la sensación de que nosotros mismos somos una cosa.

Pero ningún hombre se baña dos veces en el mismo río. El hombre cambia más que el río mismo. En el fondo de esta abstracción canalizada por Heráclito somos apenas cauces para el flujo de la percepción. Ésta nos erosiona y transforma a cada instante, nos crea y nos recrea mientras nos destruye. Si algo de estable tenemos, es la transformación: somos un "cambio continuo" (y yo no sé qué más podría pedir ser).

Tanto se ha esforzado el Hombre, sin embargo, en encontrarse una "esencia" que permanezca inmutable y niegue su naturaleza permutante y no la ha encontrado durante milenios si no en el vacío, en lo innombrable, en la inacción, en la pasividad máxima de la indiferenciación y la inercia. Los que creyeron ver así una respuesta, concluyeron también que serían algo siendo nada. pero somos continuos que cambian. Get over it.

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