Cibermitanios

¿Bacterias extraterrestres o pareidolia científica?

¿Vida alienígena en meteoritos de la Antártida?
Un importante científico de NASA declaró haber encontrado evidencias contundentes de vida alienígena mientras estudiaba pequeños meteoritos de la Antártida: al someterlos al microscopio, Richard Hoover vio lo que parecían fósiles de bacterias con características nunca vistas en la Tierra y concluyó tener entre sus manos fósiles de origen extraterrestre. Pero la conclusión del científico es apelable...


A favor: hechos y teorías


Esos meteoritos pertenecen a un tipo muy raro en la Tierra, conocidos como condritas carbonáceas, y son, básicamente, piedras desprendidas de grandes asteroides con más de 4.500 millones de cumpleaños.

Desde hace tiempo se cree que las condritas carbonáceas son el origen de la vida terrestre, no necesariamente porque la trajeran consigo, sino porque tienen todos los elementos orgánicos necesarios para formarla, y muchos de ellos deben necesariamente provenir de otros planetas o planetoides, ya que no podrían formarse sin atmósfera ni agua. Dicho esto, es fácil imaginar que estos meteoritos pueden haber pasado por algún planeta con vida y levantado a unas bacterias que hacían dedo a un costado de la órbita.

Más prometedora es la evidencia cuando bajo el microscopio aparecen formas muy similares a las cyanobacterias -organismos capaces de realizar fotosíntesis y que aparentemente fueron los responsables de oxigenar la deliciosa atmósfera de este planeta-.

Juntando condritas y cyanobacterias con un poco de imaginación, tenemos una posible panspermia: semillas de vida que van fertilizando mundos. Estas supuestas bacterias podrían ser no sólo una evidencia de vida extraterrestre sino también del origen de la vida en el planeta cuya gravedad nos encarcela. Suena bien, pero no es tan fácil...



En contra: incertidumbre


Lo primero que hay que pensar antes de hacerse fan de la cyanobacteria en Facebook es que las muestras pueden estar contaminadas con organismos terrícolas, aunque el mencionado investigador descarta la posibilidad por la simple razón de sus formas raras, lo cual es tentador cuando uno no tiene idea de qué es lo que está mirando.

A esta objeción se le llama "la navaja de Ockham", una ley que tanto en ciencia como en filosofía quiere decir algo así como la explicación más simple suele ser la más acertada. (Lo de "navaja" es probablemente porque corta cosas innecesarias de un postulado. Lo de "Ockham" se debe al apellido de uno de los más grandes filósofos de la Historia.)

Si bien 100 miembros de la comunidad científica corroboraron esta ignorancia y otros 5.000 han sido invitados a estudiar los fósiles, lo que estamos diciendo es que no sabemos lo que son, y no hay evidencias de que sean formas de vida extraterrestre.

Algunas de las formas encontradas en el meteorito podrían clasificarse dentro del tipo de las bacterias mencionadas, pero otras son bastante extrañas y no encajan con nada conocido. Eso no significa que sean extraterrestres, o siquiera microorganismos. Podrían ser simples caprichos de una piedra a merced del universo. Poco es lo que sabemos de la vida en la Tierra como para asegurar que esto es extraterrestre...



Conclusión: pareidolia


Personalmente, no me entusiasmo demasiado con este descubrimiento. Si bien creo que tarde o temprano puede venir un alien pegado al parabrisas del Space Shuttle, en estos meteoritos no hay pruebas de vida extraterrestre. Sí hay evidencias que refuerzan la teoría, pero los "nuevos" microorganismos podrían ser cualquier cosa.

¿Entonces, para que escribo sobre esto? Para mencionar de pasada un concepto que debería habitar en cualquier mente pensante, independientemente de que el futuro pruebe o desmienta este caso particular...

Como sabemos, los seres humanos estamos dotados de cierta tendencia a ver patrones con significado allí donde no lo hay. Yo mismo he visto dragones en las nubes y ninfas en las sombras de un bosque; muchos vieron un rostro tallado en la superficie marciana y un amigo hasta vio a Buda en las manchas de un inodoro.

Este último fenómeno se llama pareidolia y todo el mundo lo ha experimentado alguna vez. Y así como es natural que una persona religiosa interprete lo que entra a sus ojos como una revelación divina, es natural que un científico que busca vida extraterrestre la vea donde tenga la oportunidad. (De cualquier modo, hay más evidencias a favor de los extraterrestres que de Dios.)

Digamos, para ser amables, que la pareidolia es una forma sutil de la paranoia, un pequeño delirio de imagen-y-semejanza...