Control de precios
¿Para qué correr si todos llegan en último lugar?
25/4/21
Espero que te guste la Historia, porque ahí es donde vivimos —no hay que confundirla con el pasado, que es la parte de atrás de la Historia—. Es curioso, pero conocer el pasado permite predecir el futuro, especialmente cuando el presente se parece a lo antiguo. Ese es el truco de la ciencia: si algo se repite, debe haber una razón. ¡Y mierda que debe haber un razón si algo se repite por cuatro mil años!
Cuarenta siglos atrás, cien veces más de lo que yo viví, el famoso Código de Hammurabi decretaba en Babilonia todos los salarios con el mismo criterio que las leyes criminales: ojo por ojo. Un sólo ejemplo: para un médico, curar a un esclavo valía menos que curar a alguien libre (por ley). La idea era facilitar a los pobres el acceso a la medicina. El resultado, sin embargo, fue que los médicos preferían no atender a los pobres y curar más ricos. Es la esencia de todos los errores económicos de la política actual, la carrera para ver quién es el idiota más rápido en quitarle el incentivo a quien más necesitan los demás. Del mismo modo, si decretamos que el pan valga menos que la carne, estamos condenando al fracaso al carnicero, que es el que compra pan. Si no hay pan, hay que cuidar al panadero dejándolo crecer.
Los antiguos egipcios fueron pioneros indiscutibles de la estatización, comenzando por fiscalizar los cultivos y fijar todos los precios y salarios para asegurar el alimento a todo el mundo. Pero esta idea revolucionaria no funcionaba; por alguna misteriosa razón, cada vez había menos y costaba más. Entonces fueron más allá: expropiaron las tierras y emplearon para trabajar en ellas a sus anteriores dueños. Porque, si alguien sabe cómo administrar los frutos de la tierra, seguro que los dioses lo hacen faraón. Cuandotodos ganaron lo justo y necesario y sobró el dinero, el Estado pudo realizar invaluables aportes a la sociedad: la gran "obra pública" de Egipto. El resultado fue que los granjeros huyeron y la economía colapsó. La moraleja que nos queda son las tumbas más caras de la Historia.
En China había agentes regionales encargados de elegir el precio de cada cosa según su costo de producción (Marx no fue el primer imbécil del mundo). Como resultado, hubo siglos y siglos de poca ganancia, poca producción, escasez y precios más altos día tras día, todo lo cual era equilibrado con una moneda cada vez más barata: de oro a cobre, de cobre a hierro, de hierro a papel y de papel... a más papel. Todo esto porque creían que la competencia era un problema. No veían o no querían ver que la solución era el único problema. Si el costo del producto es alto, es porque alguien lo está pagando. No hay otra razón. Que se lo metan en la cabeza los Confucios modernos que no permiten que surja otro producto que compita con un precio mejor.
En la antigua India había que tener un permiso especial para guardar cualquier tipo de marcadería que no se fuera a consumir inmediatamente; todo "excedente" era confiscado. Es decir, estaba prohibido el ahorro. Por otra parte, los precios también estaban regulados hasta para los artistas, para que todos ganen igual (poco, obviamente, porque es imposible repartir lo que hay para que todos ganen más). Pero no eran del todo idiotas: había funcionarios que determinaban el precio de cada prostituta de acuerdo con un código indiscutible de "belleza y habilidad". En el fondo sabían que, si todas ganaban lo mismo, sólo iban a sobrevivir las "buenas". Lo que no vieron fue que esta medida, tan objetiva y noble, implicaba regular no sólo la oferta sino también, invisiblemente, la experiencia personal del placer: la demanda.
Nuestros queridos griegos, antes de inventar mejores formas de gobernar, cometieron el pequeño error de fijar precios aplicando pena de muerte. ¿Qué puede salir mal? Bueno, hambre o muerte, a la larga, eran la misma opción. Los precios nunca dejaron de subir o bajar según la oferta y la demanda, así que iban muriendo todos los que podrían haber desarrollado la economía. Cuando esto no funcionó y hubo todavía más escasez, en lugar de incentivar la producción, eliminaban consumidores. Así de fácil. ¡Alguien tiene que intervenir! ¡Más! Obvio que este modelo fracasó. Y obvio que se sigue usando. Un ejemplo aún vigente de que cambiar un incentivo económico por un castigo sólo logra castigar a la economía.
Los romanos fueron maestros indiscutibles de la autodestrucción fiscal. Fijaron un precio nulo (gratis) del alimento para los ciudadanos (lo cual era un impuesto para los productores). Una genialidad socialista que logró que los agricultores se mudaran a la ciudad para vivir sin trabajar. La moneda se devaluó en millones de veces, pero lo corrigieron con pena de muerte por la posesión de otras monedas. Todo controlado con la militarización absoluta financiada con cada vez más impuestos hasta que finalmente no hubo nadie que pudiera pagarlos. Los que quedaron se convirtieron en esclavos por ley (producción obligatoria a cambio de comida). Nunca dieron un paso atrás en ninguna medida. Nunca dieron tampoco un paso adelante.
En la Londres medieval... ¿qué habrán hecho? ¡Control de precios! ¿Qué pasó? Los precios crecieron hasta las nubes, los trabajadores emigraban, los importadores no podían competir, faltaba todo. Algunos se las arreglaron pidiendo prestado, pero... también se prohibió ganar a través de los intereses de los préstamos, porque toda ganancia era un pecado, literalmente. Pero los judíos estaban exentos de esa ley divina y cada vez más de ellos se convirtieron en prestamistas. Así nacieron los grandes bancos modernos. El préstamo se convirtió en la principal forma de subsistencia de muchos, en un círculo vicioso de siglos de endeudamiento que se mantiene en el mundo hasta que dejemos de usar su dinero.
Ya en el siglo XVI, cuando Bélgica estaba en guerra y sitiada su ciudad más importante, también se quizo prohibir el aumento de precios lógico en tal situación. Lo que eso logró fue que los comerciantes extranjeros, que de otro modo hubieran corrido el riesgo de llevar alimentos por un precio mayor, dejaran de ir. Todo fue muy barato... hasta que todo se agotó. El pueblo no se dio cuenta hasta último momento. Naturalmente, los pocos sobrevivientes tuvieron que rendirse. Esto sigue pasando con cada control de precios, que es control de alarmas: cuando hay escasez, el precio alto indica racionamiento; el precio artificialmente bajo da una falsa sensación de estabilidad. Nada es más inesperado que los efectos de lo que no se siente.
De nuevo en la India pero más tarde, la misma política de falsa tranquilidad llevó al colapso total de las cosechas de arroz de una provincia entera. Murió de hambre un tercio de la población. Sí... en retrospectiva, fue una mala política. De haber sonado la alarma, el mercado del arroz hubiera traído nuevos inversores y trabajadores y comerciantes y transportistas y hasta capaz que alguien inventaba el tractor, porque ahí había más dinero para ganar que en ningún otro lado. Pero como el hambre es menos importante que los precios estables, muchos grandes emperadores actuales siguen con el mismo lema: "Competir es malo. Caca."
En la pre-historia de Estados Unidos (cuando era Nueva Inglaterra), no sólo se fijaron precios exactos, sino que debían ser equivalentes a los de Inglaterra. También se impusieron precios para comerciar con los aborígenes, quienes sabiamente dejaron de participar o lo hicieron únicamente con los que se atrevían a correr el riesgo de comerciar con precios ilegales, aumentando así el único precio posible de todo para ambos lados. Más tarde se daría en el mismo territorio la primera ocurrencia moderna de hiper inflación provocada por la impresión de dinero como solución a ese comportamiento absolutamente incomprensible de los comerciantes a los que se impedía comerciar. Esa historia nunca paró.
Durante la revolución francesa pasaron muchas cosas. Una de ellas fue el aumento descontrolado de la inflación. Ya se debería entender que, en este contexto, "descontrolado" es la mejor opción. El problema fue cuando se quiso controlar... congelando los precios. Por supuesto, la inflación seguía creciendo y nadie se percató de que eso significaba que su causa no eran los precios. Lejos de arreglar el "problema", los productores dejaron de vender lo que tenían y dejaron de producir. La razón no puede ser más simple: si la moneda vale hoy menos que ayer, vender es perder. Lo mismo producir hoy para vender mañana. La economía es un proceso de crecimiento. Es un poco como el tren de Snowpiercer: si se detiene...
A partir de acá, la Historia se empieza a poner más aburrida para mi gusto (y eso que tenemos la Unión Soviética), pero sin dudas se repite. Y se repite hasta revelar que el ser humano es el animal más estúpido del planeta. Si hasta los grandes depredadores racionan cuando hay menos presas, y de este modo el "mercado" se reestablece solo. Nosotros, en cambio, le cambiamos el nombre a las mismas recetas del fracaso y las aplicamos otra vez. Pero, eso sí: aseguramos que todos los corredores lleguen en el mismo lugar, el último.
El control del mercado siempre terminó mal. Las veces que se desistió a tiempo, también siempre cambió el final: los precios se dispararon para ponerse al día, pero luego bajaron y se establecieron muy ligeramente por encima del precio anterior a la intervención estatal. El mercado no necesita ayuda. Porque "mercado" es el nombre que le damos al equilibrio natural de nuestros bienes. Si las cosas andan mal, alguien inventará algo para mejorarlas. Congelarlas en el estado donde andaban mal... ¿qué esperabas?, ¿progreso?
Cuarenta siglos atrás, cien veces más de lo que yo viví, el famoso Código de Hammurabi decretaba en Babilonia todos los salarios con el mismo criterio que las leyes criminales: ojo por ojo. Un sólo ejemplo: para un médico, curar a un esclavo valía menos que curar a alguien libre (por ley). La idea era facilitar a los pobres el acceso a la medicina. El resultado, sin embargo, fue que los médicos preferían no atender a los pobres y curar más ricos. Es la esencia de todos los errores económicos de la política actual, la carrera para ver quién es el idiota más rápido en quitarle el incentivo a quien más necesitan los demás. Del mismo modo, si decretamos que el pan valga menos que la carne, estamos condenando al fracaso al carnicero, que es el que compra pan. Si no hay pan, hay que cuidar al panadero dejándolo crecer.
Los antiguos egipcios fueron pioneros indiscutibles de la estatización, comenzando por fiscalizar los cultivos y fijar todos los precios y salarios para asegurar el alimento a todo el mundo. Pero esta idea revolucionaria no funcionaba; por alguna misteriosa razón, cada vez había menos y costaba más. Entonces fueron más allá: expropiaron las tierras y emplearon para trabajar en ellas a sus anteriores dueños. Porque, si alguien sabe cómo administrar los frutos de la tierra, seguro que los dioses lo hacen faraón. Cuandotodos ganaron lo justo y necesario y sobró el dinero, el Estado pudo realizar invaluables aportes a la sociedad: la gran "obra pública" de Egipto. El resultado fue que los granjeros huyeron y la economía colapsó. La moraleja que nos queda son las tumbas más caras de la Historia.
En China había agentes regionales encargados de elegir el precio de cada cosa según su costo de producción (Marx no fue el primer imbécil del mundo). Como resultado, hubo siglos y siglos de poca ganancia, poca producción, escasez y precios más altos día tras día, todo lo cual era equilibrado con una moneda cada vez más barata: de oro a cobre, de cobre a hierro, de hierro a papel y de papel... a más papel. Todo esto porque creían que la competencia era un problema. No veían o no querían ver que la solución era el único problema. Si el costo del producto es alto, es porque alguien lo está pagando. No hay otra razón. Que se lo metan en la cabeza los Confucios modernos que no permiten que surja otro producto que compita con un precio mejor.
En la antigua India había que tener un permiso especial para guardar cualquier tipo de marcadería que no se fuera a consumir inmediatamente; todo "excedente" era confiscado. Es decir, estaba prohibido el ahorro. Por otra parte, los precios también estaban regulados hasta para los artistas, para que todos ganen igual (poco, obviamente, porque es imposible repartir lo que hay para que todos ganen más). Pero no eran del todo idiotas: había funcionarios que determinaban el precio de cada prostituta de acuerdo con un código indiscutible de "belleza y habilidad". En el fondo sabían que, si todas ganaban lo mismo, sólo iban a sobrevivir las "buenas". Lo que no vieron fue que esta medida, tan objetiva y noble, implicaba regular no sólo la oferta sino también, invisiblemente, la experiencia personal del placer: la demanda.
Nuestros queridos griegos, antes de inventar mejores formas de gobernar, cometieron el pequeño error de fijar precios aplicando pena de muerte. ¿Qué puede salir mal? Bueno, hambre o muerte, a la larga, eran la misma opción. Los precios nunca dejaron de subir o bajar según la oferta y la demanda, así que iban muriendo todos los que podrían haber desarrollado la economía. Cuando esto no funcionó y hubo todavía más escasez, en lugar de incentivar la producción, eliminaban consumidores. Así de fácil. ¡Alguien tiene que intervenir! ¡Más! Obvio que este modelo fracasó. Y obvio que se sigue usando. Un ejemplo aún vigente de que cambiar un incentivo económico por un castigo sólo logra castigar a la economía.
Los romanos fueron maestros indiscutibles de la autodestrucción fiscal. Fijaron un precio nulo (gratis) del alimento para los ciudadanos (lo cual era un impuesto para los productores). Una genialidad socialista que logró que los agricultores se mudaran a la ciudad para vivir sin trabajar. La moneda se devaluó en millones de veces, pero lo corrigieron con pena de muerte por la posesión de otras monedas. Todo controlado con la militarización absoluta financiada con cada vez más impuestos hasta que finalmente no hubo nadie que pudiera pagarlos. Los que quedaron se convirtieron en esclavos por ley (producción obligatoria a cambio de comida). Nunca dieron un paso atrás en ninguna medida. Nunca dieron tampoco un paso adelante.
En la Londres medieval... ¿qué habrán hecho? ¡Control de precios! ¿Qué pasó? Los precios crecieron hasta las nubes, los trabajadores emigraban, los importadores no podían competir, faltaba todo. Algunos se las arreglaron pidiendo prestado, pero... también se prohibió ganar a través de los intereses de los préstamos, porque toda ganancia era un pecado, literalmente. Pero los judíos estaban exentos de esa ley divina y cada vez más de ellos se convirtieron en prestamistas. Así nacieron los grandes bancos modernos. El préstamo se convirtió en la principal forma de subsistencia de muchos, en un círculo vicioso de siglos de endeudamiento que se mantiene en el mundo hasta que dejemos de usar su dinero.
Ya en el siglo XVI, cuando Bélgica estaba en guerra y sitiada su ciudad más importante, también se quizo prohibir el aumento de precios lógico en tal situación. Lo que eso logró fue que los comerciantes extranjeros, que de otro modo hubieran corrido el riesgo de llevar alimentos por un precio mayor, dejaran de ir. Todo fue muy barato... hasta que todo se agotó. El pueblo no se dio cuenta hasta último momento. Naturalmente, los pocos sobrevivientes tuvieron que rendirse. Esto sigue pasando con cada control de precios, que es control de alarmas: cuando hay escasez, el precio alto indica racionamiento; el precio artificialmente bajo da una falsa sensación de estabilidad. Nada es más inesperado que los efectos de lo que no se siente.
De nuevo en la India pero más tarde, la misma política de falsa tranquilidad llevó al colapso total de las cosechas de arroz de una provincia entera. Murió de hambre un tercio de la población. Sí... en retrospectiva, fue una mala política. De haber sonado la alarma, el mercado del arroz hubiera traído nuevos inversores y trabajadores y comerciantes y transportistas y hasta capaz que alguien inventaba el tractor, porque ahí había más dinero para ganar que en ningún otro lado. Pero como el hambre es menos importante que los precios estables, muchos grandes emperadores actuales siguen con el mismo lema: "Competir es malo. Caca."
En la pre-historia de Estados Unidos (cuando era Nueva Inglaterra), no sólo se fijaron precios exactos, sino que debían ser equivalentes a los de Inglaterra. También se impusieron precios para comerciar con los aborígenes, quienes sabiamente dejaron de participar o lo hicieron únicamente con los que se atrevían a correr el riesgo de comerciar con precios ilegales, aumentando así el único precio posible de todo para ambos lados. Más tarde se daría en el mismo territorio la primera ocurrencia moderna de hiper inflación provocada por la impresión de dinero como solución a ese comportamiento absolutamente incomprensible de los comerciantes a los que se impedía comerciar. Esa historia nunca paró.
Durante la revolución francesa pasaron muchas cosas. Una de ellas fue el aumento descontrolado de la inflación. Ya se debería entender que, en este contexto, "descontrolado" es la mejor opción. El problema fue cuando se quiso controlar... congelando los precios. Por supuesto, la inflación seguía creciendo y nadie se percató de que eso significaba que su causa no eran los precios. Lejos de arreglar el "problema", los productores dejaron de vender lo que tenían y dejaron de producir. La razón no puede ser más simple: si la moneda vale hoy menos que ayer, vender es perder. Lo mismo producir hoy para vender mañana. La economía es un proceso de crecimiento. Es un poco como el tren de Snowpiercer: si se detiene...
A partir de acá, la Historia se empieza a poner más aburrida para mi gusto (y eso que tenemos la Unión Soviética), pero sin dudas se repite. Y se repite hasta revelar que el ser humano es el animal más estúpido del planeta. Si hasta los grandes depredadores racionan cuando hay menos presas, y de este modo el "mercado" se reestablece solo. Nosotros, en cambio, le cambiamos el nombre a las mismas recetas del fracaso y las aplicamos otra vez. Pero, eso sí: aseguramos que todos los corredores lleguen en el mismo lugar, el último.
El control del mercado siempre terminó mal. Las veces que se desistió a tiempo, también siempre cambió el final: los precios se dispararon para ponerse al día, pero luego bajaron y se establecieron muy ligeramente por encima del precio anterior a la intervención estatal. El mercado no necesita ayuda. Porque "mercado" es el nombre que le damos al equilibrio natural de nuestros bienes. Si las cosas andan mal, alguien inventará algo para mejorarlas. Congelarlas en el estado donde andaban mal... ¿qué esperabas?, ¿progreso?
A los masoquistas que quieran saber hasta dónde llegó la estupidez humana en la historia más reciente, sugiero leer desde el capítulo 6 de 4.000 años de controles de precios y salarios – Cómo no combatir la inflación. No lo van a poder creer. Y, para profundizar en todo el espectro, las miles de páginas de los tres volúmenes de Los enemigos del comercio, de Antonio Escohotado (spoiler: no son libros baratos).
ResponderEliminarLa libertad del mercado no es neoliberalismo? Si no se regula no se caería en la totalizacion de toda la cultura bajo el capital corporativizado?
ResponderEliminarNf, no sé si estás preguntando en serio, pero respondo... La libertad del mercado no es neoliberalismo, es mercado.
ResponderEliminarLiberalismo es respetar el derecho natural de las personas: a intercambiar sus bienes como les plazca, a expresarse como quieran, a elegir qué estudiar, etc. No hace falta hacer nada para ser liberal. Se es liberal por defecto. Neoliberalismo, en cambio, vendría a ser un intento activo por recobrar esos derechos usurpados por alguien más. Ahí sí hace falta hacer algo: eliminar controles, impuestos, mafias, etc.
Del mismo modo, la salud no sería "neomedicina"; ésta sería la actividad que intentara eliminar a los envenenadores, por ejemplo. La salud es ausencia de enfermedad; el mercado es ausencia de regulaciones: el libre intercambio voluntario entre individuos, aquello que permite a la gente conseguir comida y otras cosas que necesitan o desean. Capital es lo que permite producir esas cosas en mayor cantidad y calidad, a menor costo, en menor tiempo y con menos trabajo.
Espero haberle respondido algo a alguien.
Para contrastar información:
ResponderEliminarhttps://www.youtube.com/watch?v=rbXuk1jS7Hg
Fierce, no dudo de tu buena fe, pero es muy falaz este señor. Olvidó mencionar el detalle de por qué se adulteraban los alimentos específicamente en ese lugar y momento. No era para ganar más dinero: era para ganar algo de dinero, gracias a la famosa ley cerealera, controles de precios, impuesto a las ganancias, terratenientes que dictaban las leyes y otras intervenciones (consúltese la bibliografía que cité en el primer comentario). "No había leyes", dice este señor. "El mercado era completamente libre", dice sin vergüenza. ¡Parece que todos los libros de historia están mal! Aún si la adulteración hubiera sido por puro capricho, la solución claramente no hubiera sido controlar los precios ni poner impuestos. Esas son las patéticas excusas de quienes quieren vivir de los demás, repugnantes mentirosos deformadores de la realidad como el caballero del video. Peligrosos hasta en el ámbito teórico. Pero gracias por aportar a la discusión. Espero tu comentario luego de una investigación propicia.
ResponderEliminarMuchas gracias por responder, sí preguntaba en serio jajaja. La respuesta me aclaró algunas cosas. Aunque sigo con la duda. Esa forma de unir la definición del mercado con la libertad del intercambio de las mercancias, no cerraría los ojos ante las desigualdades del contexto que facilitarían el control y la hegmonía de unos grupos (estatales o corporativos o sociales) sobre el mercado? La idea de un mercado sin regulaciones, voluntarias o involuntarias, no sería utópica? pensar que alguien no quiera tomar ventaja ante una oportunidad es tratar con no humanos no? Mil gracias por contestar!!
ResponderEliminarNF, el mercado requiere desigualdad, como cualquier ecosistema. Si no, carecería de sentido el intercambio y sería una cosa inmóvil, muerta. Aunque eso no nos agrade, se trata de un fenómeno natural y no se puede legislar sin convertirlo en otra cosa. En esa otra "cosa", donde no se respeta la valoración subjetiva de cada participante, podemos terminar haciendo transacciones que no queremos ni necesitamos porque no hay otra opción. De ahí la importancia de la libertad, para que cada quien ponga sus reglas y cooperen quienes las comparten.
ResponderEliminarEsto que estamos haciendo, intercambiando ideas con diferentes valores para diferentes personas, es comerciar. No hay utopía en ello —que estemos acostumbrados a vivir una distopía en lo económico, es otro tema—. Pero defender su esencia no significa creer en la posibilidad inminente de un mercado 100% libre: también son naturales las fuerzas opositoras de la libertad y hay que aceptarlo y llamarlas por su nombre. Así como hablamos de cuidar el planeta sin creer por un segundo que vamos a dejar de usar combustibles fósiles de un día para otro, podemos hablar sobre esto con total seriedad y urgencia.
Por otra parte, para evitar a los ventajistas es justamente que se requiere libre competencia. Eso es lo que significa libre mercado. En ese punto noto en tu duda un matiz ideológico, por lo que complementaría esta respuesta con lo que ya escribí sobre la desigualdad, si no lo leíste.
¡Salud!
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ResponderEliminarExcelente blog, acá si se puede expresar libremente, lo voy a recomendar. Hasta pronto.
ResponderEliminar⚠ Les voy a pedir que dejen partidos políticos y candidatos fuera de la discusión. La idea es fomentar el libre pensamiento.
ResponderEliminarMuchas gracias por la respuesta estimado Ayreonauta, y si, Mauricio Schwarz es tendencioso en el mejor de los casos. Tal como expuse al publicar el video, mi intención era agregar contraste al debate. Cuando hace tiempo traté de hacer algo similar con Mr. Schwarz (con un tema diferente), su respuesta dejó mucho que desear.
ResponderEliminarEs por eso que te agradezco tu decencia a la hora de contestar este y otros comentarios que exponen ideas diferentes a las tuyas, asi es que se hace un debate racional, sin idealismos recalcitrantes, solo con los hechos confrontados. Ya estoy leyendo la bibliografia que recomendaste y espero poder aportar mas a la discusión en un futuro.
Saludos.