Cibermitanios

Pobreza, desigualdad y riqueza

Diferencias que conducen a un resultado diferente.
Si medimos desigualdad, lo haremos mirando las diferencias. Quizás esas diferencias no sean una maldición sino una receta. Así que hablemos seriamente de las diferencias, porque, sin ellas, no tendríamos necesidad de hablar. No somos iguales. Pero todos queremos algunas cosas en común. Por ejemplo, que se respeten nuestras diferencias. Si no estás de acuerdo, me estás dando la razón.

J
uan estuvo una hora recolectando frutas. María estuvo tres horas, pero no recolectó el triple, sino el doble, porque cada vez es más difícil alcanzar las frutas. Juan se limitó a las que estaban al alcance de la mano y, además, no necesitaba más queso que eso.

Desigualdad

Es claro que hay una "desigualdad" de frutas. Pero como entre los dos no recolectaron todas las frutas de la isla, sino que sigue habiendo como para que ambos coman sin parar por mil años, no es un problema.

Este sería hoy el caso de Holanda, el país con mayor desigualdad del mundo, pero casi sin pobreza, donde la desigualdad se mide en cantidad de yates por persona o en deudas de millones de dólares que no preocupan a nadie porque se pueden pagar.

Desigualdad es lo que ocurre cuando algunos crecen más que otros. Generalmente, significa que unos salen de la pobreza y otro no. En principio, es algo completamente positivo: hay una mejora en el promedio. Lo mismo ocurriría si tuvieras dos hijos con malas calificaciones en la escuela y de pronto a uno de ellos le empezara a ir mejor.

Lógicamente, no es el único escenario desigual posible. Podemos comenzar con una isla con mucha igualdad y riqueza (todos ricos) y que luego se empiece a deteriorar y a manifestarse con mayor desigualdad.
Pobreza

Ahora, además de desigualdad, hay pobreza. Aclaremos que María no se robó sus frutas de la pila de frutas de Juan, sino que estuvo muchas horas buscándolas: la pobreza de Juan no es culpa de la riqueza de María. Igual que en el primer caso, la desigualdad no es un problema. El problema es la pobreza de Juan.

Y ninguna duda puede haber de que la pobreza de Juan es el resultado del trabajo de Juan. La economía de la isla está naturalmente regida por reglas de producción: si los dos trabajan lo mismo, entonces obtienen lo mismo.

Ahora supongamos que baja del cielo un señor llamado Copiloti y que, al ver esta desigualdad entre Juan y María, decide equalizar imponiendo unas reglas de distribución: no importa cuánto trabajen, ambos obtendrán lo mismo.

Sabemos que Juan es un poco holgazán, así que trabajará lo menos posible. Y María, aunque es muy trabajadora, se esforzará menos porque no podrá disfrutar de sus logros (además ahora hay que alimentar también a Copiloti, que en realidad es un político con las letras mezcladas).
Distribución

Este es el caso de Etiopía, que tiene muchísima igualdad y pobreza extrema.

¿Y qué pasa si Juan necesita comer el doble que María, o si María se enferma y no puede cumplir con el trabajo obligatorio, o...? Cualquier regla, por bienintencionada que sea, reduce la libertad y prosperidad del otro.

Está claro que en esta isla se han impuesto reglas artificiales que causaron más problemas que soluciones. Más pobreza, menos libertad de elección.

La desigualdad económica no existe porque al nacer se nos imprima un determinado status que se mantiene toda la vida sin importar lo que hagamos. Lo que hacemos es lo único que importa: El mundo está lleno de casos de pobres que se convierten en millonarios, y viceversa.

Si te interesa que haya menos pobres, entonces te interesa que haya más ricos. ¿No? ¡Genial! Un socialista menos.

El dinero y la riqueza


Si bien la mayoría de los pobres no se vuelven ricos, la mayoría de los ricos no nacieron ricos. La regla es que somos libres, cambiamos, nos contradecimos, nos recreamos... Y, sin embargo, nueve de cada diez veces, escuchamos a alguien quejarse de la desigualdad cuando ve pobreza... Y se termina atacando al "problema" equivocado.

Podemos rastrear el origen de la confusión filológica a las frases del tipo: El 1% de la población tiene el 99% de la riqueza... Lo cual es absolutamente falso sin importar los números que le pongamos. La razón es simple: la riqueza no se divide.

La riqueza no es una sola, no es como un pan que sea necesario cortar y repartir; cada uno puede amasar su propio pan. Es técnicamente posible que todos en el mundo seamos ricos o que todos seamos pobres o cualquier cosa intermedia. La riqueza se produce.

Eso significa que la economía no es un juego de suma cero (en donde unos pierden exactamente lo que otros ganan). Por el contrario, es un juego cooperativo, un intercambio de cosas con valores subjetivos que enriquece a ambas partes.

Si hoy yo gano honradamente un millón de dólares, nadie va a ser más pobre por eso. Se entiende que, a cambio, habré creado algún valor (producto o servicio) que habrá enriquecido a quienes me dieron el dinero voluntariamente porque valoraban esa cosa más que su dinero (y de un modo u otro esa inversión les ayudará a vivir mejor).

Rico

Lo que cabría repetir popularmente, llegado el caso, es algo como el 1% de la gente produce el 99% de la riqueza".

Salvo que estemos hablando de algún archivillano que se las arregló para robar todos y cada uno de los bancos y billeteras del mundo (asegurándose de dejar un par de monedas en cada lugar), ese 1% de ricos dio algo a cambio por cada centavo. Y cada individuo del otro 99% podría producir la misma o mayor cantidad.

Sin que entendamos esto, no hay ni habrá jamás solución para la pobreza. Si hay algo que puede eliminar la pobreza, es la riqueza. Y la igualdad no tiene nada que ver con eso porque la riqueza no se puede dividir y seguir siendo riqueza. Si fuera posible, lo opuesto también sería verdad: un millón de pobres sumarían un país rico.

El dinero no es lo que lleva a alguien pobre a la riqueza. Ya vimos que el dinero es sólo una tecnología que funciona como vehículo del valor de lo que no se posee: representa las necesidades cancelables entre dos partes.

Lo que saca de la pobreza es el trabajo útil que la sociedad reconoce con dinero u otros bienes. El dinero incluso se puede eliminar de la ecuación fundamental porque, en el fondo, sólo necesitamos bienes. El dinero es sólo el transmisor del mensaje "esta persona merece tal cosa porque contribuyó con tal otra"; es un sistema de puntos.

No hay tal cosa como desigualdad económica "mala". Lo desigual es un buen signo: nos da con qué comparar lo malo, nos indica las diferencias que conducen a un resultado diferente; nos dice lo que es posible en ese contexto más allá del punto de partida.

Si tuvieras dos plantas, una donde siempre le da el sol y otra siempre a la sombra, ¿sacarías flores de una para darle a la otra? ¿No? ¡Genial! Un comunista menos.

La pobreza y el Estado


El problema detrás de la pobreza no es material. Es mucho peor...

La pobreza es el estado natural del ser humano. Nadie nace con nada. Heredamos lo mínimo indispensable para subsistir de nuestros padres. Cuando somos capaces, comenzamos a crear nuestro propio camino para salir de esa pobreza esencial.

Pero, a través de siglos de malas costumbres, el Estado se ha convertido en una deidad a la que le pedimos cosas, como si tuviera la capacidad de generarlas de la nada e infinitamente. Y la realidad es que cada obstáculo entre la pobreza y la riqueza es culpa de algún Estado que está expropiando el poder individual de progresar en ese camino.

"Camino", no "brecha".

Algunos simplemente cambian la figura de los padres por la del Estado. No son incapaces de trabajar, pero son intelectualmente inmaduros, espiritualmente pobres. Demandan al Estado cosas que no son del Estado, sino de los otros que lo pagan con impuestos.

El verdadero privilegiado en un sistema que insiste en que el problema es la desigualdad y quiere solucionarlo con redistribución es el pobre, porque no debe luchar para crecer por sí mismo, mientras que el resto debe luchar cada vez más para crecer cada vez menos. Es un privilegio de mierda, pero es el único posible en un contexto marxista.

Los marxistas creen que hay una sola riqueza y que, por lo tanto, la fortuna de uno es a costa de la miseria del otro y que toda riqueza, por mínima que sea, es inmoral. La mala noticia es que aún hoy hay más marxistas que terraplanistas. La buena noticia es que los terraplanistas matan de risa, no de hambre.

Es comprensible que los países con problemas de pobreza compren este cuento de tapa roja. Pero la realidad es que, si en estos países se distribuye igualitariamente todo el dinero, ¡siguen siendo países pobres! Lo que necesitan es más ricos.

Lo opuesto a igualdad no es desigualdad: es libertad. La desigualdad no es un problema: es la manifestación del progreso individual; es lo que permite que unos les den trabajo a otros, oportunidades de dejar de ser pobres. Sólo en la total pobreza somos iguales.

Si no se erradica ese estúpido y estupidizante meme o slogan de la desigualdad, puede que un día se incendie tu casa y que los bomberos piensen que es una situación desigual y lleven muebles de las casas vecinas para alimentar el fuego. Cuando el gobierno empieza a escupir esa palabra, nos pone frente al horizonte de eventos del agujero negro que se traga el mecanismo por el cual es posible enriquecerse.

En nombre de la igualdad, ¿rechazarías un regalo de un millón de dólares si al mismo tiempo a mí me regalan 100 millones? ¿No? ¡Genial! Un marxista menos.

4 comentarios

  1. El problema es cuando los que tienen el poder te imponen limitaciones para salir de la pobreza a tu manera, ¿por qué tendría que aceptar las limitaciones impuestas por otros sobre cómo vivir y cómo crear mi riqueza si no me benefician? tales como propiedad intelectual, moralidad, herencia, códigos de vivienda, salud, etc.

    Aceptamos estas reglas porque supuestamente benefician a todos, pero no lo son, solo benefician a los que han heredado, a los más dotados intelectualmente, a los que se esfuerzan y tuvieron algo de suerte, dejando de lado a los que no tuvieron tanta suerte o nacieron con algún defecto físico o deficiencia.

    Si vamos a aceptar las reglas, ya sean recientes o milenarias, deben beneficiarnos a todos, o al menos a una mayoría lo suficientemente grande como para apaciguar a los descontentos. Creo que lo mejor es actuar con empatía hacia todos, incluso hacia aquellos que consideramos perezosos, menos capaces o incluso indeseables.

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  2. ¡Qué bueno que los comentarios en la página ya están de vuelta! Me gustaba leer las historias que ahí se daban lugar en los post de hace varios años.
    Espero estés bien Ayre. Sólo quiero hacer este comentario para hacer una recomendación.
    Estoy leyendo el libro "Scale: The Universal Laws of Growth, Innovation, Sustainability, and the Pace of Life in Organisms, Cities, Economies, and Companies" del Dr. Geoffrey West. Es un grandísimo libro que versa sobre algunos funcionamientos de la naturaleza en ciertos aspectos biológicos y sociales, tales como el cómo escalan tasas metabólicas en los organismos con base en su masa, el número de latidos del corazón en la vida de algunos animales, tiempo de vida de empresas y ciudades, ¿por qué estos comportamientos tienen que ven con fractales?, entre otros temas.
    Si bien también lo estoy leyendo junto con los articulos en los cuales esta basado, desde que empecé a seguir tu blog hace poco más de 10 años, me ha gustado el toque personal que le imprimes tus post, así que supuse que un libro así podría tocar tu vena creativa y darte pie a hacer algunos post al respecto.

    Saludos Ayre.

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  3. No creo que alguien sepa por qué tantas cosas en la naturaleza tienen cualidades fractálicas (incluso el mercado de Bitcoin que vimos hace poco sigue a Fibonacci), pero creo —siguiendo la navaja de Ockham— que tanto esas cosas como los fractales simplemente obedecen a las mismas leyes del universo.

    Es interesante como se entrecruzan los conceptos: En biología y en física suele emerger el concepto de "economía" para explicar esas cualidades, aún cuando obviamente ni el ADN ni las moléculas tienen intenciones económicas. Simplemente es así. Y por eso mismo la economía es como es y nadie la puede hacer a su antojo. Una economía libre es también un fractal de crecimiento infinito. Lo mismo se puede decir con respecto al mercado y la selección natural.

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  4. Cierto es. Quizá en la pregunta debí haber escrito "cómo" en lugar de "por qué" para que no sonara como si de un gurú se tratase.

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