Cibermitanios

Ideas zombies

El lado oscuro de la memética.
Manejar un cuerpo humano no es nada fácil. Está lleno de cablecitos y engranajes ocultos bajo su flexible gabinete, y nos toma años convertirnos en amos de nuestra propia naturaleza. Con suerte, a medida que la levadura del tiempo actúa sobre nosotros, terminamos siendo tan buenos titiriteros que olvidamos por completo que estamos controlando uno de los mecanismos más sofisticados del universo.

Me acaban de tocar el timbre. Era una señora gordita con lentes y una gran sonrisa que quería que yo considerase "un pensamiento alentador" que encontró en la Biblia. Aunque a veces es interesante escuchar a esta clase de humanos, todo mi cerebro estaba hoy ocupado con mis propios pensamientos. Rechacé la invitación pero me quedé pensando acerca de la gente que recorre la ciudad con la misión de salvar almas desinteresadas en pensar por sí solas (¿sería este acaso el pensamiento que me traía?).

Aproveche esta oferta única y llene toda su cabeza con ideas preconcebidas. ¡Nunca más tendrá que volver a pensar por cuenta propia!

Con este pack estandarizado y fácil de tragar, lo único por lo que deberá preocuparse es por obedecer.

Quítese esas molestas responsabilidades y dilemas morales. ¡No importa si está bien o mal mientras que no sea su propia iniciativa!

Me resulta difícil comprender que alguien se maraville tanto con una idea como para salir a contársela a todos, persona por persona, sin preocuparse por si tienen mejores cosas que hacer. Claro que conozco ideas sublimes; sin ir más lejos, hoy se me ocurrió el tweet perfecto... pero tenía 141 caracteres. Y claro que muchas ideas me han cambiado la vida; por ejemplo, la ya mencionada idea de que el boomerang es un frisbee para solitarios. Y claro que tengo mucho para decir, como cualquiera. Tal vez no estaría mal, después de todo, salir a golpear puertas ofreciendo "pensamientos encontrados" en libros.

¿Sabía usted que los indios ojiwba no diferenciaban entre mito y realidad, entre ensueño y vigilia o entre humanos y animales? ¿Y que Romeo tenía 16 años y Julieta, 13 y que su amor duró sólo 6 días? ¿Y que la piel humana tiene tantos pelos por centímetro cuadrado como la del chimpancé? ¿Y que un gramo de ADN contiene tanta información como un millón de DVDs? Ah, ¿ya lo sabía? Entonces no me interesa hablar con usted. Necesito alguien que tenga el cerebro vacío para implantarle mis pensamientos.

Pero hay ideas que son más fuertes que otras. No necesariamente mejores ni más verdaderas, sino simplemente más aptas para sobrevivir. Probablemente esa señora fue despertada una mañana por el timbre y la idea simplemente saltó a su cabeza, hambrienta de territorio virgen, y de algún modo ahora la obliga a buscar más cabezas para replicarse y perpetuarse. Estas personas funcionan como portadoras de ideas. Y cuando dedican sus vidas a ello, suelen ser poco más que autómatas. Es decir: no transforman las ideas ni las piensan ni siquiera las llevan a la acción, sino que simplemente las transportan de un lado a otro, como el tiburón a sus rémoras. El nombre técnico en epidemiología para estas personas sería "vectores".

Tu cerebro es un libro de la naturaleza.
Dame una hoja y te daré algo que pensar.

Así las ideas sobreviven como los genes. No en vano se le ha dado a este mecanismo evolutivo el nombre de "memética". El problema es que a veces no evolucionan, principalmente porque no se juntan con otras ideas a procrear pensamientos. Estas ideas viejas, infértiles y narcisistas obsesionadas con ser verdades cuando son sólo pensamientos tienen vida propia en cierto sentido; son parásitos del cerebro humano, único hábitat en este planeta donde pueden sobrevivir.

Hay que darles mérito. Al no poder mutar para adaptarse a los cambios del hábitat, impiden que éste cambie. Se convierten en tradiciones volviendo infértiles a los cerebros que las portan, como las hierbas que, acaparando el sol y la lluvia, impiden germinar cualquier otra semilla. Y se aferran como esos discursos melódicos que uno no puede dejar de cantar o se repiten en el silencio interior automáticamente.

Sin dudas, los casos más exitosos se encuentran en las religiones, que son enormes y triunfantes mecanismos propagandísticos de una idea, una idea que pretende responder a la pregunta por el sentido del ser. También lo fueron la magia y la alquimia –ahora desplazadas por un conocimiento menor, más humilde pero más sólido hijo y padre de las ciencias–: propagandas de la idea de que el conocimiento de lo oculto es posible y de que, mediante él, el Hombre puede cambiar la realidad a su antojo.

Una idea que no ha cambiado durante años: Sospechoso. Siglos: Peligro. Milenios: Catástrofe. Las ideas son ideas, no verdades. Ni siquiera la idea de algo verdadero es una verdad...

Todos nacemos con un cerebro prácticamente en blanco. Es el único momento cuando verdaderamente somos todos iguales: criaturas hechas por la naturaleza para explorarse a sí misma. Al contrario que en Windows XD, sólo lo esencial viene en el sistema operativo de un nuevo ser humano, ya que éste no puede darse el lujo de pasar tres o cuatro horas pensando en cómo dar la primera bocanada de aire; eso debe ser inmediato, o todo el proyecto vital fracasará.

Pero otras cosas parecen no ser tan importantes y es así como durante los primeros dos o tres años de vida demandamos alimento a los gritos y nos cagamos encima sin remordimientos. No hay otra criatura tan frágil en este planeta, otra que necesite tanto cuidado por parte de sus semejantes.

Pero poco a poco aprendemos por gracia de la imitación. Así, después de ver miles de veces cómo lo hace otro, podemos sostener un vaso por cuenta propia sin derramar su contenido. En pocas palabras: imitamos los movimientos de los otros (especialmente si uno es hijo de Benjamin Linus). Y también sus sonidos.

Para darse una idea de lo difícil que es aprender la maestría del sonido, veamos un ejemplo: un investigador del MIT grabó cada palabra que dijo su bebé durante sus primeros cinco años; la primera palabra fue "gaga", que a lo largo de seis meses se convirtió en water. Oír la grabación del proceso es como ver una planta floreciendo en cámara rápida...



Eso fueron 4.000 horas condensadas. Imagina el terrible esfuerzo que se requiere para aprender a hablar. Lo que acabamos de escuchar es un pequeño Big Bang dentro de la mente de un niño. Y apuesto a que cualquiera que imagine el Big Bang lo visualiza "desde afuera", como si eso fuera posible. Nos resulta más fácil así porque ya sabemos acerca del tiempo y del espacio, ya sabemos hablar. Imaginar el nacimiento de la primera palabra sin usar palabras es mucho más difícil...

La idea del agua ya estaba en el niño mucho antes que la palabra. Estaba como sed, como desequilibrio de fuerzas, como completa abstracción de un elemento vital para un organismo, como experiencia pura. Todo ese esfuerzo ridículo para comunicar la idea a otro ser humano termina reemplazando a la idea del agua con la palabra agua. De allí en más, ya no sentimos sed realmente: sólo pensamos en "agua", la palabra.

Este es el peligro de las ideas: reemplazan a la experiencia directa. ¡Imagina el avasallante poder que realmente todas estas palabras implican, lo lejos que están no sólo de lo que quiero decir sino de la realidad misma que ni siquiera puedo pensar, porque pienso en palabras!

Hay otras sedes. Hay sed de compañía, que se llama soledad. Hay sed de conocimiento, hay sed de propósito, hay sed de trascendencia. Pero no siempre hay agua para estas cosas, sino sólo palabras. "Espíritu", "Paraíso", "Dios".

Y ahora llego, tras un largo viaje, al principio...

Esto es lo que me intriga: ¿Qué estaba buscando esa señora cuando encontró esa idea? ¿Qué sed la impulsó a aprender todo un libro lleno de palabras? Porque tener una respuesta sin tener clara la pregunta es como aprender un paso de baile siendo sordo. Claro que podría disfrutarse, pero ya no sería una respuesta del cuerpo a la música, ni siquiera a una música imaginaria.

El Hombre necesita ideas. Y las ideas necesitan al Hombre.