Cibermitanios

Acerca del sentido de la vida, el universo y todo lo demás

¿Me repite la pregunta?
Habiendo quedado más o menos clara la idea de que el tiempo de ocio es esencialmente tiempo de pensar y de que la filosofía es su producto más refinado, porque pregunta tras pregunta el pensamiento inevitablemente nos conduce a filosofar, vayamos en este instante de ocio directamente hacia la pregunta más grande y el maravilloso misterio que se esconde detrás de su absurda apariencia: ¿Qué es todo?


La respuesta no importa



No seré el primero ni definitivamente el último en encarar esta pregunta con una mezcla de valentía e insensatez quijotesca. De hecho, Douglas Adams la puso en mi cabeza mediante una obra de ciencia-ficción llamada Guía del autoestopista galáctico. Quien esté familiarizado mínimamente con ella o quien debería estarlo sabrá que la respuesta a la pregunta por el sentido de la vida, el universo y todo lo demás es 42.

¿Es un chiste? Sí. ¿Es sólo un chiste? No. El sentido de la vida, el universo y todo lo demás es revelado por esa respuesta. Pero no por el número cuarenta y dos. El número no importa...

Tampoco es importante, en el sentido en que verás más adelante, que π sea 3,14159 en lugar de otro número, sino que sirva para describir un círculo. Esto parece evidente, pero no lo es tanto. La pregunta que realmente nos revela a π es "¿Cuál es la relación entre la longitud de una circunferencia y su diámetro?". Sin entender primero esta pregunta y sus partes, la respuesta es inservible. Con el sentido de la vida, el universo y todo lo demás pasa lo mismo: 42 es sólo un símbolo al que no hace falta buscarle interpretaciones esotéricas ni eruditas, pero que sí requiere un contexto preestablecido...

La clave del "sentido de todo" está en la pregunta, en la transparencia que nos separa de este 42 -así como la respuesta al círculo está entre 0 y π-, no más allá de él, siendo que no puede haber más allá de la respuesta absoluta al interrogante absoluto. En la práctica, 42 podría ser 41,94813... y seguiría sin tener importancia sin la fórmula que le dio origen: la pregunta.


¿Qué es una pregunta?



Como dije al comienzo, lo que encaro es una pregunta, no una respuesta. Una respuesta siempre depende de una pregunta (¿en serio?), y nuestro entendimiento de la respuesta depende de nuestro entendimiento de la pregunta: hay que tener cierta información y cierto grado de comprensión anterior a la respuesta e incluso previo a la pregunta porque una respuesta siempre debe ser interpretada, ya que es información, no conocimiento.

Aclarado un poco eso, es evidente que si preguntamos por algo tan grande como el sentido de la vida, el universo y todo lo demás la respuesta será lo suficientemente grande como para volarnos los sesos... si la comprendemos. O pasará inadvertida, como un simple "42" o un "E=M.C2", si no comprendemos su pregunta, es decir, a qué están respondiendo esos símbolos, a qué puerta pertenece esa llave. Dicho de otro modo, debo "tener una idea" de lo que estoy preguntando.

Una idea siempre nace como una pregunta: "¿Y si...?". Que después adoptemos ideas ya creciditas es otro tema que hoy no pienso tocar. Lo importante es que la pregunta tampoco importa, porque es nada sin una idea...


Ideas



Como lo notara Descartes hace siglos, la mente no tiene un tamaño físico; por lo tanto, la mente no existe en el espacio, ni tampoco sus ideas.1 Es una gran ventaja para pensar; nadie quiere que se le deforme la cabeza cada vez que tiene una idea.

Las ideas son imágenes mentales. Una idea es en la mente como un recipiente donde se colocará la respuesta, y la pregunta es el vacío que le aguarda. La existencia previa de la idea es indispensable para que la respuesta tenga sentido, porque ésta se manifestará también como una imagen que deberemos colocar en algún contexto dentro de la imaginación. Si la respuesta llega antes, quedará flotando amorfa, incomprensible hasta que nazca la idea adecuada que la contenga. Por eso es inútil enseñarle grandes respuestas a un necio de la imaginación.

Un marco y un lienzo en blanco son también una buena comparación para ideas y preguntas: la pintura será la respuesta, sin dejar de ser una copia de la realidad, una interpretación, mientras el verdadero paisaje sigue afuera. Pocas son las ideas que se asemejan más a espejos que a lienzos; por eso pensar es primero un arte, luego una ciencia. La lógica es una imaginación domesticada.

-Voy a hacer una pregunta -dijo el rey Milinda al venerable Nagasena-. ¿Puede contestar?
-Por favor, haga su pregunta -dijo Nagasena.
-Ya he preguntado -dijo el rey.
-Ya he respondido -contestó Nagasena.
-¿Qué respondió? -preguntó el rey.
-¿Qué preguntó? -preguntó Nagasena.
-No pregunté nada -contestó el rey.
-No contesté nada -respondió Nagasena.

¿Qué gran recipiente mental contendrá al vacío de la pregunta por el sentido de la vida, el universo y todo lo demás? ¿Qué marco será tan fuerte para soportar tanta pintura? ¿De qué color es un espejo? ¿Será posible imaginarlo? ¡Cuánto vacío, como el universo mismo en el tamaño nulo de la mente!

Basta. No puedo preguntar seriamente por un círculo si no tengo una idea de lo que estoy hablando. Debo partir de algún lugar más o menos cercano, al que habré arribado previamente mediante otras preguntas, que, como ya dije, nacen de y como ideas. Así, una pregunta es también un vehículo para tener ideas. Luego, que la idea conduzca a una certeza es algo extraordinariamente excepcional que no debe preocuparnos: el conocimiento acaba cuando uno se cansa de idear preguntas, de imaginar vacíos, huecos y nadas.

Quizás por eso Bertrand Russell dijo que filosofía no es responder preguntas, sino descubrir qué significan.



Para preguntar por el sentido de la vida, el universo y todo lo demás, tengo que entender sobre qué estoy preguntando. Por exageradamente amplia que la pregunta parezca, también parece perfectamente válida.2 Sólo que entender la respuesta nos tomaría un trabajo previo inimaginable: habría que tener una idea leve de Todo para entender (¡levemente!) la respuesta de Todo.


Todo



Lamentablemente, "todo" es el nombre que le damos a algo incompleto, infinitamente incompleto si existiera la infinitud de cualquier modo imaginable; esencialmente incompleto cuando bien sospechamos que no puede caber en nuestras mentes porque las contiene. Wikipedia ni siquiera tiene un artículo llamado "Todo". ¿Cómo podría? Sin embargo, tiene una entrada titulada "Nada" con complejas ecuaciones para describir aquello que ni siquiera existe. Pero del todo no sabemos nada (o no sabemos nada del todo, que es lo que trato de decir).

Así que, del mismo modo en que no puedo pedir que me enseñen física cuántica si antes no aprendo a sumar, difícilmente tenga sentido preguntar por la vida, el universo y todo lo demás sin haber cursado sus materias esenciales (a saber: demasiadas).

Y, sin embargo, ahí está la respuesta. ¡Ahí, en ese último párrafo! Pero no importa. Ninguna respuesta tiene sentido hasta que se entiende la pregunta. Mientras tanto, la respuesta a todo misterio seguirá siendo "42".

-Lo he comprobado muy detenidamente -dijo la computadora-, y esa es definitivamente la respuesta. Creo que el problema, para ser sincero con ustedes, es que nunca han sabido cuál es la pregunta.

-¡Pero si era la Gran Pregunta! La Cuestión Última de la Vida, del Universo y de Todo -aulló Loonquawl-.

-Sí -dijo Deep Thought, con el aire de quien tolera a los tontos-, pero ¿qué es realmente?

Un lento silencio lleno de estupor fue apoderándose de los hombres, que se miraron mutuamente tras apartar la vista de la computadora.

-Bueno, ya sabes, es simplemente todo... Todo... -sugirió Phouchg débilmente-.

-¡Exacto! -dijo Deep Thought- Entonces, una vez que realmente sepan cuál es la pregunta, sabrán lo que la respuesta realmente significa.