Cibermitanios

Ejemplos vivos de evolución de las especies

El destino existe, pero se va acomodando a la historia.
Al dialogar con un creacionista, hay que adoptar las dos grandes virtudes de una buena amante: Saber mantener la boca cerrada y saber mantenerla abierta. Todo depende del contexto. En todo caso, los siguientes ejemplos deben formar parte del arsenal racional para combatir esa sensación de que la evolución es una especie de "azar perfecto", que en realidad es el destino. O el desatino. No recuerdo qué dijo el oráculo.


Los perros del metro de Moscú


A veces la evolución puede actuar muy velozmente. De hecho, lo hace siempre –pero a veces se puede con mayor nitidez que la filmación de Dios haciendo hombres con barro–. Un caso extraordinario es el de "los perros del metro", perros callejeros de Moscú con una extremada inteligencia que se adaptaron para vivir en los trenes y que aprendieron a distinguir las paradas para ir en cada momento a donde más les conviene.

Pero el entorno es hostil, y sólo el 3% de los que nacen sobrevive para reproducirse, de modo que una fuertísima selección natural impone a estos perros genes que determinan sus comportamientos. Ya no se parecen ni a los perros domésticos ni a los salvajes. Son muy sociables con los humanos pero no muestran afecto. En lo demás, se comportan casi como cualquier pasajero, incluso apurándose por tomar un asiento libre.

En las estaciones se agrupan en jaurías con un líder, que no es –como en otros ambientes– el más fuerte, sino el más inteligente. Como estrategia de supervivencia, estos líderes envían a los perros más pequeños y tiernos a mendigar alimento por los vagones. Otra táctica que han desarrollado es la de asustar por detrás con un ladrido a alguien que está comiendo para que se le caiga la comida.


Tal vez nunca lo sepamos con certeza, como no se puede saber qué gusto tendrá una sopa de letras en chino, pero se sospecha que reconocen las distintas paradas por una combinación de sus nombres anunciados a través de los altavoces, el tiempo que tarda el tren de una estación a otra y los olores particulares de cada una. La certeza es completamente imposible.

Además, fuera de los trenes, tienen una extrema habilidad para interpretar los semáforos (directamente por sus luces) así como otras características de la ciudad. Incluso algunos parecen saber qué día de la semana es y anticiparse para buscar a determinada persona generosa que viajará ese día. Para la naturaleza, la semana es un ambiente al que adaptarse como cualquier otro.

Uno de estos perros del metro, llamado Malchik por la gente, "trabajaba" como guardián en una de las estaciones (Mendeleyevskaya). Se ganaba la comida alejando borrachos y otras personas indeseables. Tras haber sido apuñalado por una mujer psicótica, se lo honró con una estatua de bronce.

Evolutivamente, están deviniendo en una raza aparte; incluso sus apariencias (fenotipo) son cada vez más similares. En el último censo (2010) se contaron más de 35.000 de estos perros. Para que quede más claro por qué esto es evolución, veamos otro ejemplo geográficamente cercano: el de los zorros de Siberia. En este caso, se trata de selección artificial, que es una forma corta de decir "selección natural que incluye a la voluntad del Hombre"...


El zorro siberiano domesticado


El zorro rojo representa a la especie más abundante de los carnívoros del planeta. No obstante su nombre, viene de todos los colores, desde el blanco al azabache, y sobresale por adaptarse rápidamente a casi cualquier entorno. En 1959, un científico ruso comenzó un pequeño experimento con ellos, seleccionando a mano a los ejemplares más mansos para un criadero...

Gorros y abrigos de piel mediante, los zorros elegidos se fueron reproduciendo, eliminando en cada camada las características más salvajes. En menos de seis generaciones, esta porción de la agresiva especie se transformo radicalmente: movían la cola cuando se acercaban los humanos, los lamían, ladraban de alegría y buscaban sus caricias.

Lo que en realidad estaba haciendo el científico mediante este proceso era seleccionar genes, algunos de los cuales referentes a la personalidad y otros (o los mismos) a las características físicas –tan intrincada es la relación entre fisiología y comportamiento que uno podría querer seleccionar individuos por el color de ojos y terminar creando una raza asesina–.

Como resultado, sus cuerpos cambiaron también. Sin que nadie lo pretendiera, se volvieron criaturas aparentemente "diseñadas" para matar de ternura a Godzilla.


Sin embargo, no había diseño en su apariencia, sino sólo efectos secundarios. Muchos otros aspectos cambiaron sólo en base al criterio de "a qué distancia de un humano comienza a huir el zorro". Por dar un ejemplo: pasaron de entrar en celo anualmente a hacerlo cada seis meses –debido al cambio de entorno (es más "seguro" parir en cualquier época en un criadero que en las despiadadas tundras siberianas)–.

Este mismo proceso debió ocurrir inintencionalmente con los lobos para que hoy tengamos perros. Y, aunque hubiera sido a propósito, no olvidemos la lección más importante del Determinismo 101: Hacer algo conscientemente no significa hacerlo a propósito.



En otros rincones de la naturaleza pasa esto todo el tiempo, con una selección humana indirecta. Debido a la caza furtiva, los elefantes están perdiendo sus colmillos y los rinocerontes (los pocos que van quedando), sus cuernos. Las polillas de color claro sobreviven menos y la especie evoluciona para camuflarse sobre las superficies manchadas por la polución humana. Los japoneses se vuelven cada vez más pequeños y cuadrados para caber en sus apretadas habitaciones.

Lo mismo pasa con la humanidad en general porque, quiérase o no, hay una selección artificial en cada nacimiento, influida no sólo por la genética de los padres sino además por el estatus social, la geografía, el modelo de celular, etc. Es interesante meditar en estos aspectos del complejo e inconsciente experimento que llevamos a cabo con nosotros mismos: La humanidad no es lo que es, sino sólo algo muy específico de todo lo que puede ser.