Cibermitanios

Júpiter orbitando la Tierra

Si en lugar de la Luna tuviéramos de vecino al planeta más colosal del Sistema Solar, Júpiter, veríamos cada noche (y día) algo como esto...
Ahora es cuando la fantasía se vuelve realmente fantástica. Se nos acerca el colosal Júpiter, creando remolinos en el espaciotiempo y decidido a ocupar el puesto de la Luna. La imaginación nos protegerá de su voracidad y a la vez nos permitirá observar algunas características asombrosamente reales del indiscutible dios de los planetas del Sistema Solar, tan imponente que casi logra competir con el mismísimo Sol...


Holst, Los planetas, Júpiter, el portador de la alegría.


Júpiter en lugar de la Luna

Júpiter no sería una buena luna. Su vocación es de planeta y un poco más, queriendo ser estrella, con más de 300 veces la masa de la Tierra (¡más que todos los planetas juntos!) en un espacio apenas 11 veces mayor. Pero si algún astropoeta lograra colocarlo en órbita de la Tierra sin que su salvaje gravedad hiciera de nuestros océanos su bidet personal, tendríamos el cielo más fantástico que puedo imaginar.

Cielo y satélite serían sinónimos: casi imposible mirar uno sin ver el otro. Incluso de día, la monstruosa luna proyectaría sus tinieblas sobre nosotros sin respeto alguno por su condición de musa satelital. Algunas noches veríamos recorrer sobre su atmósfera la tenue sombra de la Tierra como una más de sus numerosas manchas, de las que sobresale una roja y ovalada, tan brillante que permitió a Galileo saber que Júpiter estaba girando sobre su eje, como es de esperar por parte de un planeta.

Pero Júpiter pertenece a otra categoría. Ya no es rocoso y su vaga geografía es la de un cóctel de aceite y agua en constante revolución. Júpiter es realmente una burbuja en el espacio, aunque una burbuja suficientemente amplia y compleja para ser infierno de meteorólogos, que es como quienes debemos abordar su observación porque toda descripción visual de este planeta es transitoria y superficial como la de nuestros cielos; las cicatrices que en otros mundos dejan los meteoritos durante eones, allí duran sólo años. Todo Júpiter es meteórico y resiliente como el mar.

JúpiterAparte de la rotación y traslación que permite identificarlo como planeta, Júpiter tiene una caprichosa relación con la fuerza centrífuga: si fuera la marmórea esfera sólida que al incauto aparenta ser, rotando sobre un polo en el impalpable suelo espacial, deberíamos añadir que sus dos mitades, la superior y la inferior, giran en sentidos opuestos, generando en su ecuatorial encuentro toda clase de turbulencias que harían lagrimear al ojo del más violento de nuestros huracanes.

Esos ciclones y anticiclones de tamaños planetarios son las "manchas" de las que hablamos, más parecidas a frenéticos perros gaseosos que persiguen sus propias colas. Debajo de la gran mancha roja, por ejemplo práctico, hay tres blancas de dimensiones marcianas que poco tienen de imperfecciones menores para ser llamadas manchas. Algunas giran a más de 500 km/h y se extruden hacia el centro del planeta quién sabe cuánto, como revoltosos icebergs voladores en permanente colisión. El propio astro joviano no puede librarse de tanta inercia y hace transcurrir sus días cada diez horas, batiendo el récord de todos los planetas que orbitan antes y después que él al mismo sol, del que se encuentra a 777 millones de kilómetros, como si quisiera que no olvidásemos dónde está.

Al alcance de nuestros ojos, en cambio, poco importarían sus 16 lunas frente a semejante belleza descomunal. Importaría poco, de hecho, la Tierra misma versus el majestuoso Júpiter, divinidad mayor entre los planetas del Sistema Solar, especialmente por un detalle siniestro: debajo de sus oscuros vientos se consume literalmente el planeta a fuego lento, y la energía que irradia por sí mismo, aún mayor que la que recibe del Sol, probablemente nos impediría existir para verlo cumplir con ese rol satelital de esta fantasía que acaba... y que apenas resbaló en su impacto superficial.


Mercurio

Venus

Marte

Júpiter

Saturno

Urano

Neptuno

8 comentarios

  1. No recuerdo un post con mejores párrafos que este. Exelente!

    ResponderEliminar
  2. Júpiter puede ser el dios de los astros opacos, pero espero leer sobre Saturno orbitando la Tierra. También grande y además decorado con soberbios anillos que hinchen al mismo Júpiter de envidia.

    ResponderEliminar
  3. wow.. viaje y me perdi con tu texto!! GRANDE!!

    ResponderEliminar
  4. A mí me gustan los satélites de Júpiter :)

    ResponderEliminar
  5. :) no queda más que darte las gracias :) por cada uno de los artículos carnal :) gracias a ti no estoy totalmente sumido en la ignorancia XD en vez de ir a la escuela tanto tiempo los jóvenes del mundo deberían entrar a cibermitaños :)

    Gracias! que amena lectura :)

    ResponderEliminar
  6. Especialmente las jóvenes.

    ResponderEliminar
  7. esto estubo grandioso.. ahora bien, que pasaria si esa "burbuja" se "reventara" mientras nos orbita?

    ResponderEliminar
  8. espero tu rta, ayreonauta.. (rta cientifica. me encantan este tipo de cosas, y soy de esos muy curiosos...)

    ResponderEliminar

Acepto los términos de uso.