Cibermitanios

Cómo entender la mirada de una mujer

Los insondables enigmas del inconsciente femenino, revelados por sus ojos.
Buenas noches... buenas noches. Gracias. A los que no me conocen, me presento como el Profe Poronguetti, estudioso insaciable de los insondables enigmas del inconsciente femenino especializado en jeroglíficos sonoros pre menstruales. Estuve en varios lugares donde ningún otro hombre o ser inanimado estuvo jamás, tengo dos manos y en mi tiempo libre doy clases de danza árabe. Ahora sí, comencemos la lección...



Introducción


Cuando se trata de mujeres, la introducción es importante. Ante todo, quiero aclarar que estas no son "técnicas de seducción", sino de comunicación. No voy a rebajar a la mujer a categoría de objeto sexual, pero en cambio pretendo iluminar lo normalmente desapercibido para mejorar la interacción entre sexos.

En la clase anterior vimos algunas cosas que atraen a las mujeres, y en esta ocasión complementaremos el conocimiento adquirido con las cosas que atraen al hombre. Para nuestro humilde género es también importante saber por qué nos sentimos atraídos por determinada mujer, y este conocimiento nos dará el poder necesario para la liberación masculina.

Continuando con el presente curso, veremos ahora unos truquillos para entender lo que quiere decir una mujer, pero, como ya hemos comprobado que su palabra suele ser al menos contradictoria, apelaremos a la lectura del lenguaje corporal (femenino, en este caso), que representa hasta un 70% de la comunicación de cualquier persona.


Pupilas

Pupilas
La teoría nos dice que si una mujer se siente estimulada, sexual o afectivamente, dará una serie de señales subliminales con el cuerpo. La más importante de ellas será a través de los ojos, que como bien sabemos son las ventanas del cerebro. Más precisamente, será en las pupilas donde podremos notar un cambio que delate sus intenciones. Este descubrimiento tuvo su origen hace ya miles de años, cuando los vendedores chinos de piedras preciosas calculaban el precio de la gema en base a la dilatación de la pupilas del comprador.

El cerebro femenino está programado de modo tal que éste intenta ver más cuando algo le agrada, y por eso envía señales al ojo para que deje entrar más luz. Cuando una mujer gusta de nosotros y nos mira, sus pupilas comienzan a extenderse como una mancha de tinta, llegando a tener hasta cuatro veces el tamaño normal, y nuestro cuerpo comprende que ella está interesada. Y esto último también hay que saberlo, porque, del mismo modo, el cerebro humano está programado para sentirse más atraído cuanto más amplias son las pupilas de la otra persona. (Al hombre se le dilatan otras cosas que no vienen al caso.)

Una cena a la luz de las velas, por ejemplo, es ideal porque obliga a ambos comensales a abrir más sus pupilas para poder ver bien, y esto es percibido por el otro como una señal de interés, lo cual hace que sus pupilas se abran aún más, y se crea un círculo vicioso que termina con la pupila devorando las cabezas de ambas personas. Nunca nadie salió vivo de una de esas cenas.

Por la misma razón, no es una buena señal si sus pupilas están demasiado cerradas; nos está diciendo "no te quiero ver", especialmente si al mismo tiempo nos está amenazando con un tenedor. También hay que tener en cuenta que, si la mujer está usando lentes de sol, es probable que esté intentando ocultar las mencionadas señales. Y, si además de los lentes tiene a su lado un perro, lo más probable es que sea ciega.

Por otro lado, la atracción que ejercen las pupilas también explica por qué tanta gente se enamora de dibujitos animados japoneses.


Pestañas

Pestañas
Las pestañas de la mujer cumplen una función importantísima. No por nada la mujer es conocida por los biólogos como "el único animal que se peina los ojos". Pero, además de retenerlas frente al espejo durante horas cumplen otra función: nos cuentan sobre sus ciclos de fertilidad, un tema tan importante que obligó a Walt Disney a congelarse hasta que se descubriera la cura del síndrome premenstrual.

Volviendo al tema: si prestamos atención a sus pestañas y contamos el número de parpadeos, podremos obtener información muy importante. Lo normal es que una persona parpadee unas 15 veces por minuto, pero los estudios científicos han demostrado que cuando la mujer está tomando anticonceptivos parpadea hasta un 32% más.



Como vimos en la clase anterior, los anticonceptivos femeninos hacen que juzguen mal a su pareja, interfiriendo en su capacidad de elección, pero también, como veremos ahora, alteran su percepción de la belleza masculina.

Por alguna razón incomprensible (no es culpa de ellas, es hormonal: son las hormonas de la locura), las mujeres que toman estas pastillas se sienten más atraídas por hombres con fuertes rasgos masculinos. Entonces, podemos sacar ventaja de este conocimiento, de la siguiente manera: si ella parpadea 16 veces por minuto, nosotros pondremos cara de macho y nos golpearemos el pecho como King Kong; si parpadea 14, en cambio, le ofreceremos una flor mientras le pedimos la dirección de su manicure.

Ya que contar la cantidad de parpadeos puede ser una tarea difícil, no olvidemos que también es posible reconocer a una mujer que está menstruando por el hilito del tampón.

* Todas las señales de interés se magnifican si ella trae bajo el brazo un Kamasutra.


Reflexión complementaria


Hay muchos otros secretos acerca de la mirada femenina, pero tampoco quiero quitarle toda la gracia al asunto. Siempre debe haber algo de misterio; quizá sea justamente por esa razón que tanto nos atraen las mujeres, ya que no hay misterio más grande. Por último, quiero despedirme citando a El Manual de la Gaviota Oxidada, de origen desconocido y compilado por Paulo Coelho en su vida anterior, que nos explica los diferentes grados de efectividad que con sólo mínimas modificaciones puede lograr la misma frase dirigida a una misma mujer:

Peligroso: ¿Qué hay de cenar?
Seguro: ¿Puedo ayudarte con la cena?
Más seguro: ¿A dónde te gustaría ir a comer?
A prueba de balas: Te compré un chocolate.

Peligroso: ¿Te vas a vestir así?
Seguro: Te quedan muy bien las rayas verticales.
Más seguro: ¡Guau! ¡Pero qué hermosa que estás!
A prueba de balas: Te compré un chocolate.

Peligroso: ¿Te vas a comer esa porción de pizza?
Seguro: Hay manzanas, ¿te traigo una antes de que te llenes?
Más seguro: Te compré un chocolate.
A prueba de balas: Te compré dos chocolates.