Adam es un científico bastante normal: formula hipótesis, diseña y ejecuta experimentos y cada tanto hace algún descubrimiento, como cualquiera de sus colegas. Lo que lo diferencia de los otros científicos es que Adam no es humano... es un laboratorio robótico guiado por Inteligencia Artificial, el primero de una nueva era de científicos autómatas que harán avanzar a la ciencia más allá de lo humanamente posible.

Este robot, que ha sido bautizado ADaM, posee todas las herramientas que todo buen científico necesita para divertirse: tubos de ensayo, brazos robóticos, cámaras infrarrojas, virus congelados, etc. Pero, por supuesto: la ciencia no es sólo mezclar líquidos de colores en tubos con formas divertidas. La ciencia termina en aplicaciones sin las que no podemos vivir; desde las máquinas que cultivan, procesan y trasportan la comida que ingerimos hasta la inimaginable cantidad de máquinas que te permite leer esto, todo eso es producto del pensamiento científico.

Entonces, como buen científico, Adam no actúa al azar, haciendo todos los experimentos que puede. La que hace único e invaluable a Adam es su habilidad para producir razonamientos propios a partir de una base de datos, de elegir por sí mismo qué clase de experimento llevará a cabo para poner a prueba sus razonamientos y, finalmente, de proponer ideas acerca del funcionamiento de los seres vivos, que es su especialidad.

Adam es una de las máquinas más asombrosas que ha salido de la ciencia, un producto científico que puede crear, sin ayuda humana, nuevos conocimientos científicos. Aunque su aspecto no sea digno de una película de ciencia-ficción (no tiene una bata blanca y todos los cables de la cabeza despeinados), Adam es un robot verdaderamente inteligente y, además, verdaderamente útil.

Su primer descubrimiento estuvo relacionado con el hongo Saccharomyces cerevisiae (levadura de cerveza), como se aprecia en el [aburrido] video de la derecha. Comenzó a extirpar determinados genes del hongo para observar luego su comportamiento, y de esta manera aprendió cosas que más tarde los científicos comprobaron "a mano". En total, Adam formuló ya 20 hipótesis acerca del código genético de 13 enzimas distintas; de estas 13, 12 fueron confirmadas por sus colegas humanos. Y aún le quedan muchos descubrimientos por delante, ya que puede realizar unos 1.000 experimentos cada día.

De más está decir que los científicos están contentos con el nuevo juguete, que les ahorra enormes cantidades de tiempo y les permite enfocarse en los experimentos más viables. Ross King, uno de sus creadores, piensa que "los robots serán eventualmente mejores que los humanos para formular hipótesis". Y no sólo lo piensa si no que trabaja en ello, diseñando ya el segundo robot científico, que se llamará Eve y que será mucho más avanzado que este primer prototipo (y no porque tenga nombre de mujer).

Con el tiempo, varios de estos robots podrán conectarse a través de Internet y realizar cálculos y experimentos cooperativos; alcanzarán resultados más precisos y rápidos, aprenderán de los otros robots y luego, posiblemente, vendrá Schwarzenegger desde el futuro para detenerlos.

A mí me interesa esto: si Adam realiza de pronto un descubrimiento realmente significativo -digamos, la vacuna contra el SIDA-, ¿habría que darle un premio Nobel? ¿O quizá debamos inventar un premio exclusivo para robots, porque sospecho que esto recién comienza...