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Buenos Aires: Voces para la ciudad

El efecto es a la causa lo que la espuma es al océano: la cresta de su Poder. Buenos Aires hoy y Buenos Aires mañana.
Volví y no volví. Mucho de lo que hice en este viaje fue simplemente sentarme en algún escalón y observar. ¿Qué es lo que vi? En un porcentaje demasiado alto: autos y caras tristes. Voces que nadie escucha porque no se animan a salir. Y mientras miraba y pensaba en esto y otras cosas que no vienen al caso, llegué a dos o tres conclusiones que voy a mencionar sin explayarme demasiado...


Buenos Aires hoy



La locura se ve apenas uno sale a la calle: una ciudad con mucha gente reduce la individualidad de una manera asombrosa. Aparentemente, muchos de los problemas de la ciudad son efectos de la falta de espacio y de tiempo. Todos quieren llegar rápido para apilarse sobre los otros en incontables edificios. Esta prisa genera intolerancia y mal humor, falta de respeto y una sensación robótica bastante desagradable.

En resumen: vi mucha gente pero pocas personas. Y, lo peor: la gente se acostumbra a ser gente, engranajes de una maquinaria inconsciente.

Pero la falta de tiempo y espacio es ilusoria. Se debe, al menos en gran parte, a la psicosis generada por el tráfico. Caminar o conducir por la ciudad demanda estar muy alerta y genera un gasto excesivo de energía. Todo el poder de las personas se diluye entre ruedas y piernas fugaces. Parece que uno se queda sin espacio para ser uno mismo, sin tiempo para saludar, sin lugar para detenerse a sentir, sin oportunidad de ser humano.

La quinta sinfonía de Beethoven acompañaba esta visión mía y disparaba pensamientos. Recordé un aforismo de Eugenio Trías:

El efecto es a la causa lo que la espuma es al océano: la cresta de su Poder.

Y las olas de Buenos Aires son muy distintas de las de mi ciudad. En lugar de espuma salada tienen Dióxido de Carbono, y en vez de regirse por los ciclos de la Luna y por los vientos, dependen de los semáforos y de las leyes de tránsito. Y cualquier acción que se salga de ese esquema puede generar una tempestad.

Es cierto que ver esta maquinaria humana en funcionamiento es algo asombroso; su eterna repetición sincronizada es hipnótica, como el mar, pero tiene un precio: no hay posibilidad de detenerse para mirar el cielo; los peatones son parte de la maquinaria también, y deben funcionar al unísono y a costa de un poco (o mucho) de su albedrío. El tropezón de una sola persona puede retrasar horas el funcionamiento global, como una pieza defectuosa en un reloj.

Y a partir de eso viene la locura: una sinfonía de bocinazos e insultos al ritmo de millones de batutas que frenan y aceleran nerviosamente; apuro, preocupación, estrés... Una ola expansiva de psicosis que se extiende por las calles y trepa hasta el último piso de cada edificio para entrar por sus ventanas e inundar cada rincón, instalarse entre las neuronas y así eliminar hasta el más recóndito espacio de calma.

Esto debe sonar muy exagerado para quien cree que eso es vida.

Por eso creo, recordando la frase de Trías, que perfeccionar la forma de transitar devendría en una mejor calidad de vida. Por ahí leí que las personas "civilizadas" conducen sus autos unas 1.500 horas al año pero sólo recorren 10.000 km, o sea, ¡van a un promedio de 6 km/h! (caminar es más rápido, además de más de sano).


Buenos Aires mañana





Diseño Automotriz - Tráfico
Juan Maronese
En ciudades como estas parece que no hay vuelta a lo simple, que no queda más alternativa que automatizar el 100% del tráfico vehicular, como propone el experto del video (obsérvese que Juan dice, no sé si conscientemente, que el tráfico es "el cerebro de la ciudad"). Pero mientras eso llega -parece inevitable-, hay ciertas pautas que pueden aportar una mejora a la calidad de vida en la metrópoli...

Según lo poco que estuve viendo sobre el tema, parece que la velocidad constante y la distancia entre vehículos es fundamental para lograr un tránsito armonioso. Un sólo conductor que acelera por impaciencia ocasiona una onda de kilómetros de largo que se extiende hacia atrás perturbando toda la ciudad (recomiendo esta simulación interactiva de ondas de tráfico).

En resumen: hay que tomarse las cosas con calma. Esto puede ser difícil mientras que el que viene detrás está dispuesto a pasarnos por encima si no aceleramos, pero no olvidemos que una sola persona puede cambiarlo todo.


Arquitectura
Luciano Kruk
Si bien es natural, como dice Kruk en este otro video, que la ciudad crezca hacia arriba en lugar de extenderse hacia los lados, debe haber límites en esto porque agregar un piso a cada edificio equivale a agregar miles de automóviles a las calles, incluyendo transporte público y de mercadería. Confío en que los expertos lo habrán pensado y tendrán potenciales soluciones para esto, pero también imagino que no serán escuchados de inmediato y cada vez habrá más gente en el mismo espacio, contribuyendo a la sensación de que hay menos tiempo. Por lo tanto, creo, una vez más sobresale la importancia del tráfico terrestre.

Y es que hay demasiadas personas, y la onda de tráfico que provoca sólo una afecta a todas las demás. Pero así como una bocina genera una ola de bocinas, una acción positiva cualquier puede generar muchas cosas hermosas. Pero, como decía antes, lamentablemente la ciudad convierte a las personas en gente, en masa, y la iniciativa se pierde. Pero esto no necesariamente debe ser así. Aún es posible rescatar la individualidad entre el caos, pero, claro, depende de cada uno y no sabría aconsejar de manera colectiva.


Urbanismo
Rodolfo Macera
Sé que a muchos ciudadanos les afecta esta locura que, en mi opinión, nace en las calles. Puede parecer que mi visión es un poco fatalista, pero en realidad nace de la certeza de que todo se puede cambiar (los lectores que vivan en ciudades así podrán dar opiniones que valoraré).

Este post extraño (un pre-post) fue inspirado, en parte, por mi reciente viaje a Buenos Aires. Y es algo que quería decirle a la gente que vive en las grandes ciudades: quisiera que no olviden que son seres humanos y que tienen el poder de cambiar las cosas, que cada pequeño acto vale mucho, a pesar de que la multitud tiende a aplastar cada idea que se logra asomar. De una manera u otra, la ciudad siempre te está diciendo que no vales nada, que te calles, que te adaptes, que corras... pero, primero hay que saber por qué. No hay razón para que esas horas diarias de tránsito se transformen en una suspensión animada. Hay que saber aprovechar ese efecto de bola de nieve a nuestro favor, a favor de todos.

Como cita el que habla en esta última ventanita, "Tendencia No Es Destino", y es posible construir una ciudad sin miedo, especialmente sin miedo a ser uno mismo. Sobre este miedo y su origen divagaré en otro momento, cuando termine de volver del todo, si lo logro.

(Todos los videos pertenecen a un especial multimedia del Grupo Clarín - Las fotos originales son de dafne)

10 comentarios

  1. Anónimo9/3/09 17:31

    yo vivia en bs.as. y se q puede ser agobiente y sofocante.la gente siempre esta apurada por llegar lo q proboca caos y mas cuando a algunos se les ocurre cortar las calles por su "derecho a protestar" ¿y mi derecho de sircular libremente que?...en fin todas estas cosas se suman y lentamente te vas convirtiendo en una bomba de tiempo a punto de estallar

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  2. siempre quise tener un autito escarabajo rojo, amarillo o azul llamado "clotilde". luego pense en que me basta con tener al transporte publico. subte durante el dia, colectivo durante dia y noche. son los unicos vehiculos que solo te cobran un peso y monedas el viaje, que te llevan de aqui para alla cuando estas ebrio, cuando tenes sue(enie)o o cuando simplemente no queres estar pagando una patente, un seguro, gasolina, etc.
    creo que deberiamos usarlos mas; si bien estan repletos de gente y no solo a la hora pico, habria que depositar energia en eso, en pedirle al estado mas colectivos y a la vez despojarse un poco de los autos.
    es una gran responsabilidad tener un vehiculo propio y no todos estan preparados para llevarlo, o simplemente no tienen la paciencia.
    me hace sentir muy complacida que hayas subido mis fotos, es todo un honor para mi, querido.
    ah y el post esta genial, sos todo un artista. si, no te hagas el lindo que bien lo sabes.

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  3. saibot, eso es exactamente lo que vi, aunque sigo creyendo que es posible evitar el estallido bersuit-bergarabatiano si tan sólo cada individuo actuara un poco como tal. Insisto en que el apuro no se debe a la falta de tiempo, ya que hay el mismo que en cualquier ciudad, o quizás más, ya que se llega rápidamente a cualquier parte por la abundancia de transportes. En ciudades pequeñas, perder un colectivo y tener que esperar el próximo (que pasa cada dos horas) puede ser una tortura. En Bs. As. la gente tiene todo lo que necesita, y sin embargo no está feliz. Y es que tanta civilización enferma. Hace falta poder ver el cielo, sentir el viento, oler los árboles, pisar el pasto... y es como que todos van corriendo en busca de algo pero sin saber qué es. Les falta un lugar agradable a dónde llegar al final del día.

    dafne, es un placer para mí mostrar tu trabajo. Con respecto al transporte, confieso que tiene su mística, especialmente el subte. La ciudad es hermosa, sí, pero ¿a costa de qué? Yo lo haría todo invisible: la superficie debe ser para las personas y no para los autos, para las plantas y no para el humo, para que puedas pasear al perro tranquila, para que el kioskero te salude porque los que esperan atrás no están apurados por agarrar el semáforo, etc. El problema es cuando la civilización sobrepasa a la humanidad, y no cualquiera sabe manejar semejante cosa.

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  4. Buen post... recomiendo leer acerca de cómo hicieron en Barcelona para solucionar estos mismos problemas, y a la vez albergar a todo el turismo que llegaba en relación a los Juegos Olímpicos del ´92. Realmente les funcionó, doy Fe. Re-diseñaron la ciudad y hoy son un ejemplo de la efectividad de un buen transporte público, de limpieza y de respeto por el prójimo... si hasta me frenaban los autos para dejarme pasar!!! Jajajaja (ésto no debería asombrarme).

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  5. Si no te molesta.. te hago una pregunta
    ¿Donde vivis?
    Es que me interesa :P
    Yo vivo en BS as. y es todo el tiempo así... :s

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  6. Casualmente, acabo de descubrir un artículo muy interesante en Boston.com que habla sobre lo mismo pero desde un punto de vista científico. Diferentes estudios demuestran -dice- que "después de pasar unos minutos en una concurrida calle de la ciudad, el cerebro es menos capaz de mantener las cosas en la memoria y sufre una reducción del auto-control".

    Sostiene también que la mente necesita naturaleza para funcionar bien, que "una ciudad está tan sobrecargada de estímulos que constantemente tenemos que reorientar nuestra atención para que no se distraiga por cosas irrelevantes [porque] el acto de prestar atención consume gran parte de su poder de procesamiento".

    Uno experimento de una universidad demostró que "la gente que había caminado a través de la ciudad se encontraban en peor estado de ánimo y obtenía una puntuación significativamente más baja en una prueba de atención y memoria".

    Concluye el artículo que la mente humana no está preparada para esto y que necesita ser protegida de la ciudad. Recomiendo el artículo original (o la traducción automática).

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  7. Me encontre con la gente que sabe valorar
    que de turista en la capital ha sabido vagar
    y no ha encarado al fin la cruda realidad
    de respirar hollin de llorar alquitran

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  8. aqui en mexico las cosas son muy dificiles....
    el transporte publico es muy peligroso en especial
    los "peceros" donde te asaltan hasta los mismos
    conductores...el trafico en el periferico y miles de espectaculares
    distrayendo todo el tiempo...nuestras tarifas en la casetas que son de las mas
    altas en el mundo...las manifestaciones...policias corruptos...la ciudad se inunda cada vez mas cada año.....pero en fin es mejor que vivir en ciudad juarez =)__)=

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  9. Anónimo1/8/11 19:09

    Lo que más empeora una ciudad concurrida es el estrés de sus habitantes, a pesar de que aca en Bogotá, el sistema de Transmilenio mejoró muchísimo la movilidad a través de la ciudad, hay un mayor descontrol dentro del mismo, las personas corren, empujan, se lanzan salvajemente contra una puerta abierta, derrumban a otros, los roban, se insultan. Siempre trato de alejarme de esas situaciones, trato de estar tranquilo, y prefiero caminar antes que tomar un un bus de esos, donde ni siquiera se puede mover una pierna por tal cantidad de personas. Y ni hablar del servicio público tradicional, intentar subirse a un colectivo a eso de las 6 am/pm es algo infernal, he durado más de una hora esperando para poder subirme a uno de esos.

    En el afán de llegar a sus trabajos/hogares, pierden todo sentido de "humanidad", y más bien se vuelven animales de corral, desinteresándose totalmente por la vida de los demás.

    Afortunadamente no vivo en la propia ciudad, sino en un "apéndice-berruga", que ofrece algo más de tranquilidad.

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  10. Me gustó lo del corral. Recordé esta frase.

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