Cibermitanios

Los necios

Bestiario taxonómico de pobres diablos y enemigos involuntarios del progreso.
Si ves algunos de estos personajes por la vida, podrás justificarlos, respetarlos y hasta amarlos si te place, pero una cosa deberás tener por segura: los necios no cambian fácilmente y son los que más daño hacen al mundo sin enterarse jamás. Que acuda este bestiario de la necedad en auxilio de tu habilidad de rodearte de gente fecunda, a menos que, como el 51º necio, seas uno de ellos sin espejo donde reflejarte.

  1. El pastor que con sus ovejas arrasa indiscriminadamente lo que otros con esfuerzo siembran.
  2. El atleta que alcanza la meta, exhausto, y se desmaya sobre ella.
  3. El soldado que obedece órdenes y, creyendo renunciar a la culpabilidad, sólo pierde todo lo demás. Y el general que las imparte y, creyendo cargarse con la culpa, sólo la reparte, la multiplica y más aún la esparce.
  4. El que, como la abeja que por instinto clava su aguijón, muere sin hacer bien ni evitar mal.
  5. El "necio hormiga", que puede y carga el doble que las demás, y entorpece el camino de cien que marchan detrás.
  6. El "necio canario" que, para deleite de sus captores, canta más cuanto más pequeña es su jaula.
  7. El "necio polilla" que, como Ícaro, no distingue el límite entre el fuego y la luz.
  8. El guerrero que desenvaina su espada en tantas vanas ocasiones que la deja sin filo para enfrentar la amenaza real.
  9. El náufrago que, seducido por la sed, besa la sal.
  10. El alpinista apresurado que, contemplando la cima, confunde la mitad del trayecto con la meta.
  11. El navegante que con su catalejos busca tierra en el horizonte, por sobre mil islas bajo él.
  12. El pastor acostumbrado, que no distingue la oveja negra del lobo blanco.
  13. La oveja renegada, que va siempre en contra del rebaño, ignorando que es el rebaño el que dicta siempre su dirección.
  14. El escritor que está seguro de ser original porque lo ha leído todo.
  15. El ambicioso, que quiere ser mejor pero confunde "ser" con "tener" y "mejor" con "más".
  16. El vanidoso, que compra paraguas de terciopelo y sombrillas de cristal.
  17. El metafísico, que paga más por su futura tumba que por su cama actual.
  18. El soñador casual, que construye castillos en el aire pero olvida construir una escalera.
  19. El demasiado confiado, que cree que el león le sonríe cuando en realidad sólo le muestra los dientes que lo despedazarán.
  20. El demasiado precavido, que en invierno vende su abrigo para en el verano alquilar sombra.
  21. El jugador irresponsable, que maldice a los dados para no aceptar que ha elegido el azar.
  22. El millonario en quiebra que, para poder comer, debe vender sus dientes de oro.
  23. El taxonomista irreflexivo que juzga a la evolución únicamente por sus ínfimos éxitos y no por sus fracasos.
  24. El caminante que pisa siempre huellas ajenas sin desviarse jamás, repitiendo una historia tan segura en éxitos como en fracasos, en pasos firmes como en tropiezos, en avances como en retrocesos... y logra rodear obstáculos que ya no existen más.
  25. El que aprende imitando, sin arriesgar, y alcanza la imitación del éxito.
  26. El decorador desmedido, que echa perfume sobre las flores.
  27. El que arranca la flor para apreciarla en lugar de inclinarse ante ella.
  28. El que mira el dedo que apunta a la Luna, y el que señala al que mira el dedo sin ver ni el dedo ni la Luna.
  29. El que roba a un ladrón creyéndose exiguo de devolver lo robado a quien fue robado en primer lugar.
  30. El buen mediocre, que en la tolerancia ve una imaginaria virtud y no una cobarde complicidad.
  31. El que cree que el viento es malo sólo porque ha andado en su contra, y el que lo cree bueno sólo por haberlo hecho a favor.
  32. El que sueña con guiños de estrellas durante el día y con caricias solares por la noche y se pierde ambos sueños en la realidad.
  33. El que corre bajo la lluvia y resbala sobre ella.
  34. El que da al necesitado sin combatir la necesidad, alimentándola.
  35. El que confunde el reloj y la brújula y persigue su propia sombra sin enterarse jamás.
  36. El que, en lugar de cultivar virtudes, siembra plagas sobre la cosecha de los virtuosos.
  37. El que basa su moral en un código ajeno, enajenándose así de tantos errores como aciertos, resignando su voluntad, responsabilidad y posibilidad de perfeccionamiento.
  38. El que ofrece una recompensa creyendo alentar una virtud, cuando en realidad la desvirtúa.
  39. El que paga a otros para hacer lo que, por principios, jamás haría aunque de ello dependiera su vida día a día.
  40. El necio faraónico que invierte todo en una tumba de descanso eterno que por su misma riqueza está condenada a la profanación.
  41. El que habla a espaldas de otro, sin percatarse de los oídos y bocas detrás de su propia espalda.
  42. El que reprende al niño que pinta las paredes o miente, pero compra cuadros y libros de ficción; que ve inútil el castillo de arena junto al agua pero admira estatuas sin brazos ni cabeza; que ordena silencio cuando los niños juegan, pero calla solemnemente cuando va al teatro; el artísticamente ciego y sordo que no entiende que todo niño canta y baila naturalmente.
  43. El que enciende una vela de día y le ruega luz para la noche.
  44. El que entibia la verdad y a oídos ajenos la sirve fría.
  45. El que la cocina demasiado y la quema.
  46. El que no ama las semillas que siembra tanto como los frutos que cosecha.
  47. El que desvirtúa el perdón perdonando al ofensor sin contemplar la ofensa sólo porque le han rogado.
  48. El que por comodidad renuncia al arte para convertirse en artesano.
  49. El que fracasa porque ha puesto el éxito en la mirada de los demás.
  50. El que cree que la gente no cambia, como sí el mismo hubiera nacido con esa opinión...

Todos necios.