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Palabras extranjeras al rescate (4)

La palabra que falta en un idioma es una evidencia de que lo innombrable es tan habitual que nadie siquiera lo puede notar...
Dice el Talmud que hay cuatro lenguajes que vale la pena conocer: griego para la canción, latín para la guerra, siríaco para la lamentación y hebreo para el habla común. Bullshit. A cada idioma le falta más de una palabra. Será por la ausencia del fenómeno, tal vez, pero quizá otras veces tenga razón Cicerón y la palabra que falta sea una evidencia de que lo innombrable es tan habitual que nadie siquiera lo puede notar...


Waldeinsamkeit (alemán)

Waldeinsamkeit
Para los alemanes (aunque no todos, porque el alemán es una lengua de palabras muy largas y sólo caben entre diez y veinte por persona, dependiendo del tamaño de la cabeza), waldeinsamkeit es el sentimiento experimentado al estar solo en un bosque en conexión con la naturaleza. Algunos expertos sospechan que todo el idioma constaba al principio de una sola palabra de varios años luz de largo a la que se le interpusieron espacios para poder respirar. Los primeros beta-testers de esta lengua, lógicamente, morían cuatro minutos después de comenzar a pronunciar su primera palabra.

Lección rápida de fonética alemana: Nótese que, en waldeinsamkeit, la w se pronuncia "v", como la de Wagner, y las e se pronuncian "a", como las de Einstein. Fin de la lección. Aquí está tu diploma. Los alemanes se sintieron invitados a inventar esta palabra al traducir textos budistas e hinduistas. Con el tiempo que arrastraba el romanticismo, los poetas resguardaron en "waldeinsamkeit" no sólo la soledad del bosque sino también el placer de la compañía de uno mismo.

Waldeinsamkeit, sin embargo, es una soledad aparente. El bosque, para quienes no están familiarizados, es ese lugar lleno de árboles sembradores de árboles, que son formas de vida que dibujan un anillo dentro de su tronco por cada año de vida, lo cual les está costando la extinción: cada vez que un leñador pregunta la fecha a otro, un árbol cae. Algunos bosques incluso están compuestos por clones de un mismo individuo, todos con el mismo ADN, lo que convierte la caminata por el bosque en incursión dentro de un organismo vivo, muy lejos de la soledad. Es un viaje distinto del que puede ofrecer cualquier otro paisaje.


Komorebi (japonés)

Komorebi
La exquisita palabra komorebi nació en algún momento de labios de un poeta japonés para significar la luz del sol que se filtra a través de las hojas de los árboles. El concepto de komorebi (木漏れ日) se compone, con toda lógica, de las ideas "árbol" (木), "filtración" (漏) y "sol" (日), ventaja dada por la suerte de tener una lengua con sonidos cortos. Como cualquier imbécil podría darse cuenta, esta es precisamente la razón por la cual los japoneses son pequeños. De hecho, a los japoneses se les simplifica tanto la vida por la brevedad de sus palabras que el teléfono les sale más barato, los diccionarios les ocupan menos hojas y se dan vuelta cada vez que ladra un perro.

Según el lugar, puede ser más o menos habitual la cortina luminosa que desprende el follaje, pero es un espectáculo universal digno de un nombre propio y también de alguna aclaración: durante este fenómeno, los espacios entre las hojas funcionan como lentes de una cámara y proyectan la forma del Sol sobre el suelo. De hecho, cuando hay un eclipse, puede verse una medialuna luminosa o un anillo en lugar de la silueta de la estrella completa. También existe una palabra griega para el aire que hace lo mismo: psithurisma, que se define como el susurro del viento entre las copas de los árboles y que, como no existen eclipses de viento, siempre dice "shhh".



Y, ya que hablamos del japonés y la luz y las lentes fotográficas, mencionemos un concepto nipón relativo: el bokeh (ボケ), que podría definirse como "la forma de las luces desenfocadas". También me dan ganas de inventar una palabra en japonés para otro efecto cinematográfico que, a falta de un término en español, se nombra con la mezcla de dos idiomas: el "travelling compensado", que ocurre cuando la cámara se acerca al objetivo mientras el zoom se aleja (o viceversa).


Iktsuarpok (inuit)

Iktsuarpok
Inuit es la torpe lengua de los esquimales. Adormecida por el frío y todo, se las arregla para meter en una palabra la ansiedad que hace salir una y otra vez para ver si viene alguien, forjada probablemente por algún esquimal que asomaba su cabeza del iglu (casa) en busca de alguna silueta entre los dos tipos principales de nieve: qanik, la que está en el aire, casi omnipresente como el flequillo de un canoso, y aput, la que se acumula sobre el suelo, convirtiéndose en ecológico y económico material de construcción.

Como pocos de mis lectores viven en casas de hielo, sería conveniente una imagen más citadina y digna de los tibios urbanitas: Si en la ciudad lloviese barro y por el calor se formaran ladrillos en sus calles y hubieras fabricado tu propia casa con ellos y un día agobiante estuvieses esperando en ella la visita de alguien y cada cinco minutos interrumpieras tu caminata en círculos (obvio motivo de la geometría de los iglús) para asomarte por la puerta sin saber bien la hora porque todos tus relojes se derritieron, sería iktsuarpok.

Puede ocurrir en otros escenarios, incluso sin que haya un afuera y un adentro. Sólo se necesita un impuntual esperado o un ansioso esperador. La combinación de ambos es fatal. Se calcula que al menos 100 millones de personas por año mueren solas de hiperiktsuarpokía bilateral, es decir, esperando a personas que nunca tuvieron la intención de llegar, o a veces porque lo esperaban al otro en otro lugar.

Eso es todo. Nos vemos en el próximo post...

3 comentarios

  1. Siempre me gustaron estos posts. Saludos.

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  2. Note que agregaste los sonidos, en los pasados tambien. Muchas gracias.

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