La vida debería ser una fiesta de principio a fin. Trágicamente, como civilización, hemos tomado por un camino equivocado, pero aún nos quedan algunas oportunidades de festejo que hagan valer la pena. Es en esas pocas ocasiones cuando más hay que distinguir lo extraordinario de lo superordinario: una fiesta debe ser la expresión más elevada de la esencia humana: la creatividad.

Dispensador de bebidas

Una de las razones por las que no se hacen tantas fiestas es porque al anfitrión le toca trabajar, desde proporcionar suficiente bebida hasta limpiar los vómitos al otro día. Pero, ¿por qué no hacerlo con elegancia, por ejemplo, con una mochila surtidora de alcohol?

Con este invento, es lo más cercano que vas a estar de usar un lanzallamas. De hecho, una de estas mochilas cargadas con vodka y un encendedor darían un espectáculo tan deslumbrante que hasta los bomberos irían a tu fiesta. Pero no lo aconsejo por razones obvias: los bomberos son aguafiestas.

Pese a ser un elemento clave de la fiesta, es mi deber como ciudadano modelo que no soy recordar al lector que el alcohol en exceso es divertidísimo peligroso. Por otro lado, como dice el refrán que acabo de inventar, "una vida sin alcohol es una vida no bebida". Por eso, para controlar el volumen ingerido, recomiendo tener en mente que en un vaso normal cabe toda el agua de una nube¹ del tamaño de un autobús.

Cubeteras creativas

Si hay alcohol en una fiesta, algo que no puede faltar es el hielo. Especialmente en una fiesta de esquimales. Pero también de este, el lado caliente de la realidad, es indispensable no sólo para enfriar sino también para decorar y aumentar el volumen aparente las bebidas y ahorrar dinero. Pero el secreto de una buena fiesta está en los detalles y, en este caso, en los detalles cool: cubitos no cúbicos...

Una cubetera, después de todo, no es más que un molde, y hay innumerables formas que un molde puede adoptar para agregarle una dimensión estética a la experiencia de beber. Y no hay nada mejor que combinar frío con un poco de arte, porque, como todos saben, el arte es morirte de frío.

Hay otra razón para fabricar el propio hielo y no comprarlo hecho: de acuerdo con una investigación, este último puede contener más bacterias que el agua de un inodoro de McDonald's. Si no queda más alternativa que el hielo industrial, la forma de combatir las bacterias es simple: más vodka (si no las mata, al menos tendrán una tremenda resaca).

Bandeja flotante a control remoto

Según los principios básicos del feng shui, donde feng es el viento -que dispersa el chi (alma)- y shui es el agua -que lo acumula-, la presencia del mencionado líquido aviva el espíritu y hace que la ropa se pegue a los pezones. Por lo tanto, una buena fiesta necesita una buena piscina.

Y qué mejor compañía para la piscina que esta maravillosa invención hija del progreso científico y la retroceso civil: el RC Snack Float, que resuelve el dilema de encontrar voluntarios: las personas se pelearán por jugar con el aparato sin darse cuenta de que en realidad están trabajando.

Lo que le falta a esta bandeja es ser anfibia; con unas ruedas también nos ahorraría la molestia de ir hasta la piscina para recargarla. De todos modos, sospecho que en el futuro los camareros tendrán este mismo gadget, con el agregado de que podrá volar entre los comensales. Será ideal para esas fiestas en que los invitados están de pie y la mitad de ellos son espías, ladrones o estafadores de alto rango, mientras que la otra mitad no tiene nada que ver con la política.

Ceniceros alternativos

Una de las responsabilidades de un buen anfitrión es abastecer de ceniceros a los fumadores y asegurarse de que aquellos no rebalsen de colillas. Pero la responsabilidad implica libertad, según lo explica el siguiente razonamiento: dado que la libertad es el poder de elegir conscientemente entre varias alternativas, el precio de la libertad es la responsabilidad de elegir. Nótese que, según lo anterior, no existe libertad sin conocimiento de las alternativas.

Por eso, he aquí un par de alternativas para ampliar el grado de libertad del anfitrión y, de este modo, pagar la deuda ética por anticipado. La primera es un cenicero prácticamente sin fondo, un sencillo plug-in que se añade al pico de las botellas vacías dentro de las cuales caerán las cenizas y restos de cigarrillos. La segunda alternativa es la taza-cenicero, más adecuada para la hora del café, con la ventaja de que asegura un cenicero por persona.

A simple vista, esto no parece nada nuevo, pero, en el fondo, nuevo es lo que se ve con nuevos ojos.

Globos sociales

Siempre hay en una fiesta alguien tan feo que de chico ni siquiera tuvo amigos imaginarios. El organizador debe estar atento a esas personas y facilitar los medios para acercarlas a otras, porque la sociedad es una manada muy compleja, pero no deja de ser una manada y, por lo tanto, requiere un macho alfa que la guíe (léase: "organizador").

Un modo de vincular a un tipo tan tímido que baja la vista cuando se mira al espejo con una mujer tan fea que hizo que su ginecólogo se volviera gay es pidiéndoles su cooperación para inflar globos de dos bocas.

En realidad, este invento tiene una falla fundamental: comienza acercando a las personas, pero las aleja progresivamente.

Y por si acaso eso no funcionara tengo un truco secreto que nunca falla: cortar el suministro de alimentos y repartir preservativos saborizados. Al menos más de un invitado se quedará con la boca abierta.