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Los 11 sentidos (II): termocepción, interocepción, propiocepción, nocicepción...

Las otras brújulas orgánicas del mundo interior y exterior.
Estuvimos repasando lo que sabemos de los 5 sentidos. La ausencia de cualquiera de ellos haría que nuestra idea del mundo cambiase dramáticamente, como cambiaría el mundo de un ciego si de pronto pudiese ver. Pero además de estos sentidos tenemos otras brújulas orgánicas, algunas de los cuales representan el mundo interior -que es igual de importante que el exterior para nuestra existencia-.



Equilibriocepción

Equilibriocepción
Es una forma de orientarse espacialmente basada en la detección del balance y la aceleración, gracias a un fluido llamado endolinfa que tenemos dentro de los oídos. Su funcionamiento es muy fácil de imaginar si sostenemos una botella con agua en nuestras manos, nos subimos a una montaña rusa y observamos la botella.

Sin este sentido, la mayoría de los otros sentidos serían inútiles, como ocurre durante los mareos, porque no sabríamos de dónde provienen los otros estímulos: sólo habría un conjunto de sensaciones sin sentido.

Este acelerómetro natural es tan preciso que nos permite saber al instante si un cambio externo mueve nuestro centro de gravedad y hacer los ajustes necesarios en nuestra postura. Pero "equilibrio" no sólo es caminar derecho, porque este sentido actúa incluso si estamos acostados en medio del desierto: nos dice dónde está el cielo, incluso con los ojos cerrados.

Sin la equilibriocepción, no podríamos caminar con los ojos cerrados ni levantarnos de la cama, porque, como astronautas ciegos, no tendríamos conciencia espacial. Esta conciencia va declinando con los años, a partir de los 40, y por eso cruzar una calle puede ser una odisea para una vieja.

Los insectos y demás invertebrados tienen una versión mucho más precaria de este sentido: en lugar de tratarse de un líquido, tienen granos de cal, cuya acumulación por el movimiento les indica dónde queda el arriba y el abajo.

Por supuesto que todo esto del arriba y el abajo no son más que metáforas de nuestra mente. Lo que hace en realidad el sentido del equilibrio es decirnos en qué dirección se encuentra el objeto con mayor masa. En otras palabras: el equilibrio es una compleja brújula que apunta hacia el centro de la Tierra.


Termocepción

Termocepción
Es el medio por el cual percibimos la temperatura del ambiente. Como vimos, la piel posee dos tipos de receptores, uno para frío/menta y otro para calor/picante. Vimos además que el de calor también detecta fricción, y si lo pensamos bien, ambos estímulos son la misma cosa. En el caso del agua, por ejemplo, cuanto más caliente está, más rápido se mueven sus moléculas, de modo que el agua caliente sobre la piel lo que hace es rasparla con la fricción de millones de moléculas.

En un mundo donde las formas de vida son tan sensibles a la temperatura, este sentido es fundamental. Entre los 273 grados bajo cero y los cientos de millones de grados centígrados que hay en distintas partes del universo, sólo podemos sobrevivir en una reducida franja térmica; unos pocos grados más o menos podrían matarnos. Por eso es tan importante este sentido, aunque aún así es uno de los más misteriosos, y poco se sabe de su funcionamiento.

Recordemos el caso de las serpientes (y posiblemente de algunos murciélagos) que perciben el calor de una manera completamente distinta: lo ven a distancia, en estéreo y sin entrar en contacto directo con él, gracia a una especie de resorte que se estira con el calor, tan sensible que reacciona en 50 milisegundos a cambios de una milésima de grado. Dentro de la mente de la serpiente, la percepción es similar a la de la vista, pero con menor resolución, menos detalles.

Pero nosotros necesitamos estar en contacto directo con la fuente de calor para medir su temperatura con cierta precisión. A decir verdad, lo que nosotros medimos cuando tocamos un objeto no es su temperatura, sino la velocidad con que nos roba la nuestra. Por esa razón un metal nos parecerá más frío que un plástico que tenga la misma temperatura: el metal roba energía más rápidamente. Del mismo modo, un ambiente a 15ºC nos parece agradable, pero sumergirnos en agua con la misma temperatura nos da sensación de frío.


Interocepción

Interocepción
Este sentido es exclusivamente interno, es la representación del estado de los órganos de nuestro cuerpo. Cada órgano se siente a sí mismo y esa percepción se nos muestra como sensaciones extrañas. Por ejemplo: como todo el mundo sabe, estamos compuestos de al menos un 70% de agua. Pero perdemos agua constantemente -incluso al respirar-, y una pérdida del 0,5% del agua corporal ya dispara la sensación llamada "sed", que no es más que una percepción interna, una interocepción. Del mismo modo podemos percibir hambre, excitación sexual, náuseas, etcétera.

Los instrumentos de este sentido son células que, como en el tacto de la piel, vienen surtidas: las hay especializadas en reconocer presión, temperatura, oxigenación, hinchazón, estrechamiento, acidez y propiedades químicas.

Estos sensores, como alarmas de incendio, están normalmente dormidos y sólo se disparan cuando hay un estímulo importante, como la inflamación de un órgano. La alarma puede llegarnos a la conciencia de maneras muy diferentes o afectar la conducta de manera inconsciente mediante sueños o antojos (por ejemplo, si el cuerpo necesita sal o azúcar).

Algunos experimentos han demostrado la importancia de estos receptores. La sensación de hambre, por ejemplo, puede simularse estimulando con descargas eléctricas los lugares correctos; los interoceptores se disparan y le dicen a la mente que hay hambre. En cambio, un globo inflándose dentro del estómago no produce sensación consciente alguna.

Quien recibe todas las señales de estos receptores y les da sentido es el hipotálamo; allí se fabrican las sensaciones "sed", "hambre", etc. Más allá de este conocimiento, es un sentido muy difícil de estudiar, pero se cree que estaría monitoreando todas las vísceras.

En el corazón, por ejemplo, donde normalmente no tendría sentido estar consciente de cada latido, los interoceptores correspondientes duermen la mayor parte del tiempo. Pero cuando los despierta un estímulo extraño (que puede ser mecánico, químico o eléctrico), los latidos llegan a nuestra consciencia. Llamamos a eso "taquicardia". La mayoría de las veces no hay diferencias reales con el latir normal del corazón, pero dado que nunca sentimos los latidos, la nueva sensación nos parece verdaderamente alarmante. Siendo un órgano tan importante, es comprensible que las alarmas sean algo exageradas. Por supuesto que otras veces la alarma es real y nos sirve para tomar las medidas adecuadas.

De cualquier modo, todas las interocepciones son tan vitales como exageradas, y probablemente sean en gran parte psicosomáticas. Cuando empezamos a sentir hambre, no hay nada más importante que comer, a pesar de que probablemente sobreviviríamos una semana más.

Agradezcamos a este sentido que duerma todo el día; nadie quiere saber cómo es sentir cada glóbulo moviéndose por las venas.


Propiocepción

Propiocepción
Este sentido nos informa de la posición de cada una de las partes de nuestro cuerpo con respecto a las demás. Por ejemplo: nos dice si tenemos las piernas estiradas o la boca abierta.

Es diferente de los sentidos externos vistos hasta ahora. Es en realidad un mecanismo de retroalimentación: cuando un músculo o tendón se estira, sus moléculas se separan levemente. Unos órganos especiales captan esa separación e informan al cerebro mediante señales eléctricas. El cerebro así puede actualizar el estado del mapa mental que tiene del cuerpo.

Es un sentido fundamental para desarrollar cualquier tarea que involucre movimientos musculares controlados, desde sacarse un moco hasta jugar al ping-pong con Bruce Lee, pasando por lo que hacen mis dedos mientras escribo esto: por un lado, la coordinación mano-ojo que me permite acertar en cada tecla, y luego la memoria muscular que incluso me deja escribir sin mirar el teclado, porque no sólo sé dónde está cada tecla, sino que percibo interiormente dónde está cada dedo con respecto a ellas.

Este sentido es bastante más importante de lo que parece: sin él, deberíamos mirar atentamente cada paso que damos al caminar, necesitaríamos un espejo para poder comer y sencillamente no podríamos coordinar movimiento alguno en la oscuridad.


Nocicepción

Nocicepción
El nombre de este sentido significa "percepción de lo nocivo", mucho mejor conocido por nosotros como "dolor", y es uno de los más importantes: detecta estímulos mecánicos, químicos y térmicos que podrían dañar nuestros tejidos, especialmente los que tejen nuestro exterior.

La sensación de dolor es similar a la alerta que enviaría una nave espacial al descubrir una brecha en su cubierta. La razón para que el dolor sea tan desagradable, al contrario de los otros sentidos, es porque debemos prestar toda la atención al evento que amenaza a nuestra nave orgánica y repararlo inmediatamente.

Todos los seres vivos que poseen sistema nervioso (la mayoría) experimentan la sensación de dolor. Son excepciones los seres del reino vegetal y algunos animales como las esponjas y ciertos parásitos. La razón es que, aunque estos seres pudieran sentir dolor, no podrían hacer nada para evitar la amenaza, ya que su organismos son demasiado simples incluso como para poder moverse y protestar por sus derechos.


Magnetocepción

Magnetocepción
Se trata de la habilidad de percibir los campos magnéticos del planeta para orientarse espacialmente. La existencia de este sentido en seres humanos es muy discutida y poco estudiada, pero no podemos dejarla fuera de la lista por esas razones. Hablaré más que nada de este sentido en otros animales para explicar su funcionamiento, y, si algún día hay más información sobre el fenómeno en humanos, será más fácil entenderlo.

La detección de campos magnéticos no sólo señala al norte como las brújulas, sino que en cooperación con el cerebro permite saber también la altura y el ángulo. Quizá por esta razón el sentido se ve más claramente en las aves, que lo usan como un altímetro natural.

Dentro de lo poco que se descubrió en el tema, se sabe que las palomas, por ejemplo, poseen partículas de magnetita (imanes) en sus cabezas que se orientan automáticamente con los polos magnéticos, aunque se ignora cómo las usan. Pero hay otra evidencia que soporta la teoría de la magnetocepción, y es que estas aves tienen en sus ojos unas extrañas moléculas llamadas criptocromos; cuando un criptocromo recibe luz azul, se vuelve tan sensibles que puede percibir campos magnéticos directamente con la vista. Lamentablemente, su funcionamiento es demasiado complejo como para permitirme explicarlo con metáforas del mundo que conozco (esencialmente, es un fenómeno cuántico).

Sé que suena un poco surrealista, pero no olvidemos que hasta nosotros mismos somos capaces de transformar ondas electromagnéticas en imágenes (vista).

Además de las aves, hay varios insectos que poseen magnetocepción, como las abejas y las moscas; también las tortugas marinas y las langostas, los cocodrilos, los tiburones y las rayas, y una variedad de hongos y bacterias. Recientemente se descubrió que incluso las vacas se ordenan en función del campo magnético... de modo que, ante la duda, no está de más pensar que el Hombre pueda ser magnetosensible.

De hecho, hay ciertas evidencias de que podríamos tener, haber tenido o estar desarrollando esta capacidad: un hueso de nuestra nariz (etmoides) que contiene pequeñas cavidades con magnetita. Se desconoce su función, pero es evidente que por algo está, y, en cualquier caso, es otro misterio para la colección.

La suma de todo esto -y algo más- conforma la experiencia de ser. No digo que ser y sentir sean lo mismo -no lo sé-, pero definitivamente creo que ser es en gran parte sentir. Si hay alguien que sienta y no exista, que deje un comentario.

¿Qué otras cosas habrá que no podemos percibir? Dentro de las cosas que puedo imaginar, la radio, por ejemplo, me parece un medio de comunicación increíblemente sencillo y me sorprende que la naturaleza no lo haya utilizado en sus creaciones; la radiocepción sería un sentido alucinante, prácticamente telepático...

Dejo lo demás a tu imaginación. No espero que le encuentres sentido a todo esto, pero sí que al menos te haya modificado momentáneamente ese dispositivo de emoticones biológicos que llamamos "cara".