Antes uno podía decir o hacer cualquier cosa y atribuirle la culpa a un demonio que lo poseía o algo similarmente inexplicable. Hoy la única excusa científicamente válida es estar drogado, pero no conviene decirlo porque la gente es envidiosa. ¡Ah, la nostalgia! La nostalgia tampoco es lo que solía ser... En fin: lo importante es que la ciencia nos aleja de los demonios.

En este universo, fabricar cada segundo cuesta unos catorce mil millones de años. No es extraño que haya cosas tan refinadas como palomas que saben leer y monos que escriben con la mente. Bueno, puede ser que esté exagerando un poco... En realidad –debo confesarlo–, el universo tiene algo menos de catorce mil millones de años. Sólo está un poco maltratado.

Sabrá disculparme mi queridísimo y siempre culto lector por las pocas noticias del presente tomo de novedades científicas. De todos modos, esta selección mensual es siempre una apuesta, y es de saber popular que agregar números a la ruleta no eleva las probabilidades de ganar. Y menos aquí, que no hay ruleta. Además, lo hago por puro placer personal, aunque aún no sé bien por el placer personal de quién...

Dos cosas son características de Escocia: la creencia en los duendes y el gran porcentaje de alcoholismo. La relación entre ambos fenómenos es evidente: los duendes provocan que la gente beba para resistir semejante shock sobrenatural. O tal vez no, y una de las dos cosas sea un mito. Sólo la ciencia lo dirá, pero cuando sea el momento. Ahora está ocupada enviando naves a Júpiter y otras cosas casi tan importantes como los duendes.

Nunca es tarde. Especialmente si uno vive para siempre.

La ciencia es como las nubes: no es un objeto, es un proceso. En su proceder, de acuerdo a dónde esté uno parado, a veces oculta y a veces despeja, como este mes, que ha aclarado los cielos de la astronomía para confirmar que la Tierra es especial, pero que, a la vez, en un universo prácticamente infinito "especial" no significa prácticamente nada... Salvo para quienes habitamos las cimas de las montañas de su superficie inundada.

Tengo buenas y malas noticias: El universo está desapareciendo lentamente. Todo cae, todo resbala en el espacio. La masa alimenta su propio abismo devorándose a sí misma... Y es que un universo material no es estable ni sostenible por mucho tiempo. No sé ustedes, pero yo festejaré ese conocimiento del privilegio momentáneo que me produce mucha alegría. O alergia. No entiendo bien la letra del doctor.

En la ciencia, el mejor amigo es el enemigo. Sólo aquél que quiere alcanzar la verdad antes que y tanto como uno puede trabajar para nosotros intentando destruirnos y, eventualmente, llegar al punto de tener que admitir que le hemos ganado. Así se valida el conocimiento científico: por el aplauso enemigo. Estos son los resultados de las últimas batallas mortales entre científicos, con espadas láser de Newton y navajas de Ockham...

Estamos (sí, todos nosotros) devastando este planeta de a poco. Además, los recursos más preciados (los más escasos) son extraídos por la gente más pobre, especialmente los minerales. Y la extracción de combustibles ha sido monopolizada por corporaciones que tienen nuestro presente en sus manos. Pero esto tiene una solución, porque –¿adivina qué?– el universo está hecho de combustibles y minerales. Todo está allá afuera.

He aquí mi segunda menstruación divulgativa del año. Si es más corta que lo habitual, cúlpese a los inventores del calendario y su ensañamiento con el pobre febrero, un mes que, aunque le regalen de vez en cuando un día más, sigue sufriendo de eyaculación precoz y deja a las noticias científicas con sabor a poco. habría que crear en su honor, por ejemplo cada un siglo, un año que sea todo febrero...

La ciencia avanza a toda prisa sin esperar jamás ver una recta final. Eso es bueno, porque la ignorancia no tiene fin y los científicos no son autos. Aunque el método científico nunca se detuvo en su carrera, podemos decir que este mes comienza una nueva vuelta en la asombrosa pista de la órbita terrestre, aproximadamente al vuelta número 500 desde la época de Galileo, a quien consideramos el "padre de la ciencia".

A riesgo de ser tan redundante como esos emails que te llegan para avisarte que te desuscribiste porque no querías recibir más emails, debo decirte que estas son las últimas noticias científicas del año, las cuales procederé a canalizar directamente en tu cerebro a través de mi exclusivo superpoder, comúnmente conocido como telepatía escrita. La interpretación queda a tu cargo, como le pasa a los cíclopes en un cine 3D.

Va a valer la pena haber esperado otro mes. La ciencia avanza lento pero seguro, como vómito de jirafa, y de pronto explota. Lo mismo que le pasa a la ciencia, acumulando datos hasta que todo encaja, me pasa a mí escribiendo esto cada mes: lo hago en minutos, pero después de días y días de leer y seleccionar noticias. La paradoja es que, para poder improvisar, hay que estar muy bien preparado.

Los ángeles ateos vuelven a iluminarnos en este sacramento mensual de Cibermitanios, un altar para exorcizar la ignorancia y un cáliz para santificar la mente con información bendita por la concordancia entre las ideas y la realidad. Por si no queda claro, esto se trata sobre ciencia, y no tiene nada que ver con la religión. Se trata, simplemente, del conocimiento acumulado y verificado o desmentido en busca de la verdad...

Otra vez la ciencia nos recuerda que todo está interconectado: el Hombre con los monos, tu abuela con tu novia, los sueños con la realidad, la vida misma con las extinciones masivas, mi falta de tiempo para escribir más noticias porque me regalaron una máquina del tiempo y estuve perdiendo tiempo en otro tiempo, entre más cosas paradójicas, incluyendo el hecho de que nadie nunca, ¡jamás!, ha estado en una habitación vacía.

Hay un leitmotiv en los descubrimientos de este mes, y está relacionado con la importancia de la naturaleza y nuestro triste alejamiento de ella. Quizá el paraíso que perdimos no sea más que un simple jardín, y no morder el fruto del árbol conocimiento, sino tragarlo sin reparar en el edén que lo rodea, sea nuestro verdadero pecado. Viene bien recordar que las explicaciones del mundo no son el mundo, que el mapa no es el camino.

Es difícil saber en qué información confiar: en cuanto a las noticias en Internet se refiere, todos los días deben ser considerados el Día de los Inocentes; todo es amarillista hasta que se demuestre lo contrario. Y lo sé perfectamente porque, para acercarte las más confiables, cada mes tardo 32 días en leer todas las noticias y seleccionarlas –acerca del fuego se escribe con las manos quemadas–.

Todo el mundo sabe que los libros son asustadizos, y por eso es que hay que susurrar en las bibliotecas. Pero por suerte está Cibermitanios, un compendio de conocimientos donde se puede gritar, correr y cantar al compás de los últimos avances de la ciencia. También, claro está, se puede leer y pensar en silencio. La membresía apenas cuesta unas palabras, y cancelar el karma, una humilde donación.

Esta pequeña responsabilidad de mantenerte levemente al tanto de los avances de la ciencia es más difícil de lo que parece. Al investigar, es necesario esquivar toda clase de pornografía, videojuegos y otras tangentes virtuales, lo cual demanda una capacidad de concentración prácticamente inhumana. En fin: estos son los resultados de este mes de tenaz ejercicio de la voluntad. Espero que los disfrutes...

Otro poco de ciencia condimentada. Que el humor sea la cucharada de azúcar que te ayude a tragar el rollo de papel higiénico del conocimiento. El humor y la risa humana quizá no hayan evolucionado más que como señal de "falsa alarma" para notificar que el peligro ha pasado, relajar al cuerpo con sus secreciones extrañas y transmitir a los demás que pueden bajar la guardia y relajarse para compartir visiones del mundo.