Otro poco de ciencia condimentada. Que el humor sea la cucharada de azúcar que te ayude a tragar el rollo de papel higiénico del conocimiento. El humor y la risa humana quizá no hayan evolucionado más que como señal de "falsa alarma" para notificar que el peligro ha pasado, relajar al cuerpo con sus secreciones extrañas y transmitir a los demás que pueden bajar la guardia y relajarse para compartir visiones del mundo.

Este mes, los científicos han realizado numerosas investigaciones acerca de la relación entre la marihuana y la pérdida de memoria, pero lamentablemente no logran recordar los resultados. Debido a eso, veremos otras noticias de la ciencia que no nada tienen que ver con las drogas, aunque debería consolarnos que algunas son verdaderamente alucinantes, como la razón por la cual nos damos la mano...

Había un hombre –un traficante, para ser más preciso– que cruzaba todos los días de un lado al otro del muro de Berlín llevando un enorme saco de arena sobre su bicicleta. Y, por supuesto, todos los días era detenido por las autoridades, quienes rompían el saco y revolvían minuciosamente el contenido. Pese a los rigurosos allanamientos, nunca pudieron encontrar nada. Entonces, ¿qué traficaba este hombre?

Bienvenido a la ciencia. Usted está a punto de leer las noticias científicas más importantes del mes. Por favor, apague su celular porque la ciencia es como un avión: Si bien no hay ninguna razón tecnológica para que su teléfono pueda derribar alguno de ellos, es esencial que lo apague para prestar atención a las indicaciones que pueden salvar su vida y las de los demás. Le deseamos una buena lectura.

Tarde pero seguro: No es novedad que la noticia de una cosa corre más rápido que la cosa en sí misma. Pero hay lugares donde la cosa (la ciencia) nunca llega a la meta, al menos en un nunca humano, en una vida o en una generación. Es fortuna tener siquiera la noticia científica –ya que a veces ni ésta llega–, aunque ya no sea nueva... Sobre todo teniendo en cuenta que hasta el tiempo tarda más en llegar...

Todo se relaciona con todo, de uno u otro modo. Lo único verdaderamente autónomo es el universo (y hasta esto es aparente). Todo lo demás depende de otra cosa. Nosotros, de la ciencia, y la ciencia, de nosotros. El pasado, del futuro, y viceversa. Cibermitanios, de tu ayuda. Mientras me tomo unas pequeñas vacaciones, brindo por que en el 2015 no falte ciencia en tu mesa ni curiosidad en tu estómago. ¡Salud!

En la ciencia, como en toda forma de progreso, a veces se necesita un poco de suerte. Otras veces se necesita muchísima suerte. Porque la suerte existe al igual que los tréboles de cuatro hojas y lleva mucho, pero mucho trabajo atrapar cualquiera de los dos –aunque algunos las encuentran por pura suerte–. Veamos qué tréboles encontró la ciencia durante este último mes...

Pido disculpas por adelantado por la poca cantidad de noticias que incluyo este mes, en el que tuve tan poco tiempo que, en vez de dormir, estuve parpadeando en slow-motion. Pero prometo compensarlo el mes siguiente con más promesas. Adentrémonos, dicho esto, en algunos misterios resueltos por la ciencia y otros tantos recién nacidos, porque el misterio es como un pozo del que uno sale cavando y haciéndolo más profundo.

Los sabios milenarios tienen razón, y la ciencia hoy lo reafirma: todo está conectado: Stonehenge con el cielo, tu flora intestinal con tu estado de ánimo, los edulcorantes con la obesidad, la piel con las abstracciones geométricas y tu pantalla con Cibermitanios, para que sigas estando al tanto de los avances científicos en la era más cambiante de la historia de la humanidad...

Este podría declararse "el mes del espacio exterior" por la cantidad de avances que hubo hacia afuera, que es más grande que el adentro de la esfera humana, aunque ambos contienen la misma cantidad de misterios, y eso es lo que hace que la ciencia funcione: el misterio es seductor. Estos avances, como los de una película, son apenas para imaginar lo que vendrá y generar más suspenso. El suspenso es lo que mantiene...

Otro mes más, otro paso hacia la imposible tarea de completar todas las posibilidades de un universo que genera criaturas para comprenderse y modificarse a sí mismo. Algunas huyen de la luz, como las cucarachas. Otras son como las polillas y se queman en ella. Un bicho intermedio, la ciencia, busca la justa distancia entre la creación de universos y una cultura que compra papas fritas con aire y tetas con relleno de plástico...

Por alguna azarosa razón, este junio fue poco fecundo para las ciencias, así que aprovecharé el respiro para concentrarme más en los inventos –más producto de la tecnología que de la investigación–. Aunque tal vez ninguno de ellos sea una genialidad, no olvidemos que todo genio necesita que alguien le frote la lámpara y que, sin las aplicaciones tecnológicas, toda ciencia es tan útil como un reloj de arena en el espacio.

La ciencia avanzó este mes como siempre, con algunos hitos que pasarán al olvido, tan bonitos y útiles como un martillo de vidrio, y con otros más trascendentales, que pueden generar dilemas morales más grandes que aquél que tuve cuando me gané una provisión de marihuana de por vida en forma de supositorios. Entre estas dos caras, la ciencia, como la bola de nieve y los gordos, corre pero sigue engordando...

Si el mundo hubiese sido mi obra, sería tentador destruirlo. El Hombre parece haber errado el camino hace miles de años; ya no piensa, no es feliz, no vive. Sería un regalo empezar de nuevo. Pero esa visión es tan egoísta que no mira al futuro –que se está construyendo como indico a continuación–. Hay que entender que recién hemos comenzado. ¡Si hasta seguimos creyendo en criaturas imaginarias, por Dios!

La ciencia avanza sin detenerse, pasando de la predicción a los hechos tan rápido como el karma de un astronauta con flatulencias, y sus vertientes son tan contradictorias que, mientras por un lado se esfuerza por crear vida artificial, por el otro destruye insectos cuya construcción costaría trillones de dólares. Veamos hasta dónde han llegado algunos de sus largos y curiosos tentáculos en estos últimos días...

Los febrero de años no bisiestos no son para mí, que adoro hacer postergar bien las cosas. De hecho, hasta me inscribí en un curso de procrastinación, pero el profesor nunca llegó. Por suerte, la ciencia no espera a nadie y avanza hacia la oscuridad iluminando el camino para todos los que venimos detrás. Ni siquiera hubiera podido pensar este párrafo si alguien no hubiese observado las estrellas y creado el calendario...

Este mes hubo mucha ciencia para no olvidar: por ejemplo, se descubrió que tener mucho sexo mejora la memoria, lo cual explica también por qué olvidamos nuestra primera infancia (nada interesante para recordar ahí); también se ha descubierto que la edad no es un factor tan importante para no poder recordar: basta con llegar a viejo sin haber vivido nada para tener una memoria perfecta...

Terminó el año y vimos a la ciencia crecer como nunca, desde su descubrimiento de cómo pasar la información de tu PC a tu ADN hasta revertir los efectos del envejecimiento, como verás más abajo. No estuvo nada mal y nos anticipa un 2014 con una cornucopia científica desbordante de preguntas, promesas y misterios que Cibermitanios te seguirá acercando en 12 cómodas cuotas gratuitas...

Como dijo mi amigo Tim, la medicina alternativa que ha probado ser efectiva se llama, simplemente, "Medicina". Y lo mismo ocurre con las otras ramas de la ciencia: todos los mitos, tarde o temprano, se convierten en antropología, ecología, psicología, biología... o bien son destruidos por estas mismas disciplinas. El punto es que no podemos elegir la realidad; debemos observar las evidencias y dejar de lado los prejuicios...

La ciencia vuelve este mes para corroborar lo que olvidaste: la realidad es asombrosa. Y la misma tarea, curiosamente, comparte con la poesía, enfatizando en la diferencia de que, mientras aquélla describe lo nuevo con palabras conocidas, ésta nombra lo conocido con palabras nuevas. Ejemplos de esto son que los árboles hablen con las aves, que el cerebro se limpie mientras duerme y que los ratones lloren para que no los violen.