Cibermitanios

Mentes transferibles

¿Podemos transferir nuestras mentes a una máquina para eludir a la muerte?
Podemos pensar con toda lógica que morir es algo natural. Pero esa es la lógica de seres acostumbrados a morir. También podemos agregar que el hecho de que 107 mil millones de mentes únicas e irrepetibles hayan desaparecido hasta ahora de este mundo es sólo un infortunio, que no tiene por qué ser así. Tal vez podamos desmantelar a la muerte y deshacernos de sus partes poco a poco...

El cerebro parece ser un órgano que genera mentes, una máquina de almacenar experiencias que llamamos "yo". Actualmente se sospecha con intensidad que la clave que distingue a una mente de otra yace en su conectoma, es decir en la forma particular en que sus neuronas se conectan unas con otras. A favor de esta teoría cualquiera puede realizar el experimento de darse un martillazo en el cerebro.

Sin embargo, la historia personal, la sensación de continuidad del yo, esa cosa que desaparece en las personas con amnesia no se encuentra codificada en dichas conexiones tan únicas como una huella digital, sino que parece ser el flujo constante de datos entre sus partes. Si ese flujo se detiene, no sabemos cómo ponerlo en marcha otra vez, no hay "punto de restauración" de la identidad en este estúpido mecanismo biológico que deja de funcionar si le entra agua.

Bip... Biiiiip

Toda memoria del sujeto es memoria RAM; el yo es tan volátil que incluso sin apagarlo está cambiando todo el tiempo; y eventualmente se transforma por completo. Sólo un idiota puede presumir de ser el mismo siempre. Uno es 99% pasado, un pasado que no para de pasar.

Está claro que, al morir, el cuerpo deja de funcionar. Pero eso tiene arreglo. Un científico actual puede tomar un cadáver humano en buen estado y hacer que su corazón lata, que respire, que genere su propia energía otra vez, que su cerebro procese información sensorial, incluso tal vez que se levante y camine hasta el baño. El verdadero problema con la muerte es que la mente desaparece.

Visto así, el mito moderno del zombie pierde todo su misterio. Si no se trata de bacterias o virus que de algún modo generen energía para poner en marcha a un cerebro formateado antes de que se pudra, la ciencia puede hacerlo. Te lo aseguro: haya una epidemia apocalíptica o no, algún día los zombies serán realidad. De hecho, todos somos zombies con personalidad.

Zombies complejos

Cuando digo "mi cuerpo" en lugar de simplemente "yo", estoy confesando que lo siento un poco ajeno, que de algún modo soy un intruso que ha tomado control de un objeto. Y es verdad, pero ese intruso no es el famoso "yo", ni el alma ni nada que se le parezca: es el pasado, el pasado que se rehúsa a desvanecerse, que se aferra a las neuronas o que queda pegado a ellas como los insectos en una telaraña.

En principio –aunque aún no sabemos cómo–, sería posible crear copias de seguridad elementales de esa historia personal para casos de emergencia, para que, tras un accidente, no sólo nos revivan sino que también nos reinstalen el pasado. Así como nos influyen aire mediante respiración boca a boca o nos hacen una transfusión sanguínea, podrían inyectarnos también la personalidad perdida tras ese momento de amnesia total que llamamos "muerte".

Pero hay que admitirlo: incluso si esto fuera posible, tarde o temprano moriríamos por falla del organismo. El hardware orgánico es tan frágil como su software. Entonces deberíamos pensar seriamente en seguir viviendo en otro medio. Y la mejor alternativa en el camino de la ciencia actual es la máquina.



Un dilema acerca de este modo de supervivencia al envase biodegradable es que ninguna máquina –tal como las conocemos– puede permitirnos seguir creciendo en sentido humano. Nuestras mentes podrían finalmente ser copiadas bit por bit sin error, pero desde entonces serían mentes estáticas, no sólo incapaces de aprender y desarrollar sus personalidades sino también de sentir, ya que las emociones responden a fluctuaciones químicas de un tipo muy específico e irrepetible de máquina orgánica.

Claro que, llegado este punto tecnológico, tal vez seremos capaces de emular emociones. Después de todo, aunque originalmente provengan de causas químicas, son efectos eléctricos en la red neuronal, hiperactividad en cierto engranaje del mecanismo, contradicciones entre partes que procesan la misma realidad de distintos modos, algoritmos de recompensa por perseguir determinado fin, que generalmente es biológico o estético (en mi caso, más tético que biológico), a veces hasta simples productos de la amplificación del ruido de otras señales.

Todo eso puede simularse, aunque sea toscamente, e incluso pueden crearse nuevas emociones artificiales. La vida (o la existencia, como quiera que la llamemos entonces) será incluso más rica, más intensa si así lo deseamos: podremos tener una gama infinita de experiencias subjetivas (positivas o negativas, para que nadie diga que antes la depresión era mejor). Ningún naturalismo será excusa si de sentirse vivo se trata.

Emociones

Ideas todavía más extrañas empiezan a surgir a partir de aquí. Por ejemplo, si una mente puede ser copiada para casos de emergencia, también puede, en lugar de simplemente almacenarse, transferirse directamente a una máquina mientras el propietario original sigue vivo. Hablaríamos entonces de clonación hecha y derecha. Aunque serían diferentes yoes, ambos tendrían los mismos recuerdos, los mismos gustos, las mismas esperanzas y las mismas debilidades, al menos hasta el instante de su creación.

Si la clonación de mentes funciona, el futuro puede deparar aún más posibilidades, como el trasplante de la mente a un nuevo cuerpo orgánico, tal vez un clon del original o uno hecho a medida, uno mejor. Incluso, junto con el progreso de nuevas tecnologías, uno podría tener varios cuerpos y usarlos alternadamente o al unísono; algunos de ellos podrían ser clones, pero otros máquinas, hologramas, animales o quién sabe qué futurista avatar.

No seamos tan conservadores... Nada impide en la realidad que una misma mente pueda interactuar con el mundo desde diferentes dispositivos y que se vaya actualizando su contenido sincronizadamente. Prácticamente hay apps para eso. ¿Qué diferencia importante puede haber entre descargar a la mente una foto a través de los ojos y hacerlo directamente desde la cámara?

Periféricos

Claro que "uno" deja de tener sentido cuando es más de uno, y este es el mayor inconveniente desde un punto de vista filosófico. Pero tal vez realmente no somos individuos, sino organizaciones, y hemos equivocado el concepto... Algo así como un amor propio no correspondido. Tal vez la realidad de que sólo soy un pene bien equipado para la supervivencia y la eventual creación de nuevos penes (también conocidos como "pistolas de ADN") sea sólo una parte de la realidad.

Podemos tomar esta posibilidad como una especie de etapa natural, como la oruga cuando su destino le ordena mutar. Al pasar a la máquina, si bien ganamos "inmortalidad", debemos aceptar que dejamos de ser lo que éramos en muchos aspectos esenciales, sin siquiera mencionar que ya no tendremos nuestro cuerpo. La metamorfosis tiene tanto de muerte como de nuevo nacimiento. Pero la muerte ya la tenemos asegurada, así que vale la pena analizar la alternativa...

Habrá que esperar e intentarlo. Sólo en ese momento sabremos si nos hemos equivocado, y tal vez una sensación nos recorra los circuitos como cuando un ciego que está leyendo en braille se da cuenta de que dice "No tocar".

Sea cual sea el futuro, algo debe quedar claro: Se trata de una elección personal, como todo. Nadie puede tener la autoridad moral (porque tal cosa no existe) de decidir sobre la existencia de otros. Pónganle sexo y yo me anoto. Después de todo –como dijo Poronguetti–, morir es dividirse; vivir es multiplicarse.