Cibermitanios

El efecto halo

Cuando notamos algo bueno en alguien, queremos encontrarle más cosas buenas.
Cuando notamos algo bueno en una persona, inmediatamente queremos conocer más sobre ella para encontrar otras cosas buenas. Del modo contrario, al ver en alguien una cualidad que nos disgusta, instintivamente nos alejamos porque suponemos que debe tener más aspectos negativos. Pasa todo el tiempo, aunque no estemos conscientes de ello; es el efecto halo, y estos son algunos pensamientos al respecto...


Metonimia


En literatura hay un recurso llamado "metonimia". Por ejemplo, la frase "la sonrisa del político está en todos los carteles" contiene una metonimia que reemplaza el todo por una parte: la sonrisa reemplaza al resto del político, extendiendo su aspecto positivo al resto de las cualidades que no están presentes. En la vida real pasa lo mismo: inconscientemente, juzgamos esa cara sonriente y la completamos con buenas intenciones, capacidad de liderazgo, honestidad, etc.

De hecho, así como la metonimia es un recurso literario, el efecto halo es un recurso publicitario (del que somos partícipes porque lo terminamos de completar). Y hay algunas cualidades, como la sonrisa, que son más eficaces a la hora de generar el efecto halo. Como prueba, basta ponerse a pensar cuándo vimos una propaganda política en donde se viera al funcionario con una pala, un libro o una nariz de payaso. No... lo único que nos muestran es la sonrisa, y nosotros contentos, como si viéramos un árbol sin darnos cuenta de que han talado todo el resto del bosque.

Pero no es mi intención rellenar estos párrafos con pesimismos políticos. Quiero llevar el tema hacia lo más general, lo que nos ayude a sacar conclusiones propias y cambiar algo a nuestro favor (aunque espero que la próxima vez que haya elecciones no votes por una sonrisa photoshopeada).

Lo primordial es aprender a identificar cuándo estamos frente a una metonimia, y luego, con suerte, podremos deshacernos de los prejuicios...


Prejuicios


Si una mujer que acabamos de ver nos parece hermosa, nuestra mente completará a su alrededor un halo de bondad, inteligencia, sentido del humor o lo que sea que consideremos atractivo. No se trata de una simple idealización, es el complejo modo en que funciona nuestra mente, y esto sucede tanto cuando vemos algo bueno como algo malo (especialmente cuando vemos algo malo).

Somos seres tan prejuiciosos que llegamos al punto de asociar cosas tan dispares como el heavy metal con el satanismo, lo cual es ridículo: lo primero es un género musical y lo segundo una religión, y estas cosas no tienen nada que ver entre sí. Eventualmente, claro, puede darse una coincidencia, pero no hay una relación de causa y efecto. Ésa es la deducción racional mínima e indispensable que uno debería intentar hacer en tal caso; es razonamiento puro y no es para nada difícil, sólo que no nos interesa hacerlo. ¿Por qué? Porque el prejuicio ya está ahí, ocupando el hueco de la pieza faltante, ¿para qué ponerlo en duda y arriesgarnos a tener que armar todo el rompecabezas nuevamente?

La mayoría de nosotros no nos molestamos en examinar nuestras propias convicciones, nuestros juicios; simplemente dejamos que se armen en torno a lo poco que vemos, dejamos que el halo se extienda fuera de control sin poner jamás en duda su realidad, sin llevarla a un justo juicio...


Juicios


Por supuesto, no puedo culpar a nadie por ello, porque nadie tampoco nos enseña a pensar claramente. La educación que tenemos se parece más a un intento desesperado por eliminar todo pensamiento original que a promoverlo. Pero tampoco quiero ir por ahí, no ahora. Después de todo, que la educación sea pobre no es culpa de los políticos, porque ellos sencillamente no son capaces de crear un buen sistema educativo; no son educadores, son políticos. Tampoco a los médicos les exigimos buenos hospitales, porque no son arquitectos.

El punto es que debemos aprender a juzgar bien si queremos ser más o menos dueños de nuestras decisiones y sus consecuencias, porque obramos en base a nuestro juicio y con ello creamos el mundo. Porque nadie puede impedir que los políticos sigan sonriendo en los afiches sin siquiera mencionar o incluso tener una plataforma política, pero tampoco nadie nos obliga a votar esas falsas sonrisas o –lo que es lo mismo– sus eslóganes. De hecho, esas sonrisas nos está diciendo "¡no me votes, no tengo nada para mostrar más que una sonrisa hipócrita!".

Tampoco podemos evitar que algunos delincuentes usen drogas, pero sí podemos hacer el esfuerzo por disociar ambas cosas. Pensemos: ¿esta persona roba porque consume drogas, o roba y consume drogas porque tiene una vida miserable inmersa en la pobreza, la injusticia, la falta de educación y apoyo social, la discriminación y la marginalidad? Claro, todo eso no lo vemos —los que es peor, no lo miramos—, sólo vemos que roba y se droga. Caso cerrado.


Efecto halo


Uno de los aspectos más importantes en los que se especializa el cerebro humano es justamente la capacidad de juzgar a los demás. Y, para hacerlo, tenemos una parte del cerebro que genera un modelo poco realista de esa persona y se pregunta: "qué haría yo en su lugar". Ese modelo va cambiando a medida que nosotros cambiamos, aunque la persona que intentamos juzgar sea siempre la misma.

Alguna vez te tiene que haber pasado: conociste a alguien que te cayó mal, pero con el tiempo te cayó bien. Esa persona no cambió, sino que la conociste mejor, es decir, cambiaste.

Por lo tanto, cuando juzgamos, nos juzgamos. No podemos hablar de un tercero sin hablar al mismo tiempo de nosotros mismos —quizá solamente de nosotros mismos—. Ese halo alrededor de cada persona es nuestra propia creación, lo que esperamos del otro. Es nuestro halo y debemos ser responsables por él.

Para finalizar, tengamos en cuenta esto: aún cuando ahora sepamos qué es el efecto halo, no vamos a estar conscientes de su presencia casi en ninguna situación. Donde se detenga la razón, allí continuará el halo, porque a la mente no le gusta dejar espacios vacíos; hay que rellenarlos aunque sea con fantasías.

Donde no encontremos explicación para la injusticia, tomaremos la primera cara fruncida como responsable. Cuando nos quedemos sin explicación para la vida, crearemos un halo divino que todo lo explique. Muchas instituciones se dedican a cultivar halos en los ojos de los demás, sembrando semillitas de optimismo o pesimismo según les convenga (véase el caso de Estados Unidos mostrando un "terrorista" en cada país extraño y una estatua de cemento que crea un falso halo de Libertad).

Por eso, aunque no podemos eliminarlo, podemos intentar extender nuestras propias ideas hasta donde sea posible, para que el halo abarque menos. A pesar de todo, la última palabra es nuestra. Construimos la realidad con nuestras mentes... pero de eso hablaré más adelante.